Los vietnamitas son chiquititos
Cuando veo tus manos formando un corazón me acuerdo, inevitablemente, de aquella canción de los años setenta que hablaba de los vietnamitas chiquititos, que tenían, sin embargo, un corazón, así de grande, así. No me he olvidado del Vietnam. ¿Cómo me voy a olvidar del Vietnam? Bueno, la verdad es que a veces pasan años sin acordarme de lo que pasó en Vietnam. Pero basta la foto de Nic Ut, la niña que corre quemada tras el bombardeo con napalm de su aldea, el 8 de junio de 1972, para que me vuelva a arder la sangre. Basta escuchar, “Madre” de Silvio Rodríguez, para ver a cientos de jóvenes muertos al intentar desactivar las minas que los norteamericanos habían colocado en Haiphong. Cincuenta mil soldados del Tío Sam muertos, reclutados entre negros e hispanos. Tres millones de vietnamitas. Un balance aterrador. Fue una gran victoria sobre la irracionalidad, pero a qué precio. Sigo mirando tus manos y pienso que no hemos aprendido nada, o casi nada y que seguimos invadiendo países para enseñarle a la gente lo que tienen que hacer… No sé hacia qué mundo vamos, pero me parece que no hemos aprendido casi nada. Nadie se acuerda ya del Vietnam, excepto tus manos.
Juan Yanes |