Trilobites

Llevaría ya unas cinco horas perdida en medio del desierto, a punto de llegar a las cimas de la desesperación. El sol me cegaba por completo y me desorientaba a la vez, así que me derrumbé en lo alto de una duna y me quedé dormida. Cuando desperté tenía acostado a mi lado un tipo con pinta de ratón de biblioteca. ¿Y usted quién es?, le pregunté asombrada. Bueno, me respondió, yo soy investigador del Instituto de Arqueología Marina de la Universidad de San Juan Bergareche del Estado de Tamaraceite. ¡Ah!, le dije. ¿Y qué hace aquí? Aquí, aquí, exactamente no sé. Antes de quedare dormido junto a usted estaba buscando trilobites gigantes. Pensamos que en esta zona geográfica cercana a la Macaronesia se dieron en el Precámbrico, todas las condiciones necesarias para que se desarrollara el filum trilobitomorpha. Ahora se trata de encontrarlo, lo que supondría un salto cualitativo en los estudios geológicos. Entonces le dije, qué interesante, me apasionan los trilobites. ¿De verdad? Es magnífico. Entonces le volví a decir, qué le parece si aprovechamos ahora que estamos los dos solos en medio de este desierto, en el que seguramente pereceremos, para tener una sesión, si quiera a título experimental, de intercambio de fluidos y así termina usted de contarme lo de los trilobites? ¡Ah, pues es una idea magnífica ! No se me había ocurrido. Y ese fue el comienzo de una estupenda y fluida amistad.

Juan Yanes