EXTRACTO DE UN DIARIO
Perdón diario, pero no tengo la manía absurda de escribirte todos los días. No es algo impuesto, sino tácito. Tal vez un pequeñito deseo de torturarte, de que agonices cada vez que no te alimento de tinta y hechos vagos.
En realidad, ¿para qué asustarte con días comunes? ¿Para qué decir por ejemplo: hoy almorcé el restorán de la esquina o que anduve todo el día con la ciática? No diario, el alimento que te doy debe ser consistente, sólido. Que leerte veinte años después no resulte intrascendente. Entonces ¿me entiendes cuando te olvido por tanto tiempo y te abandono? Claro, tu me recibes y abres los brazos de líneas, quizá enojado como novia ultrajada, pero enamorada. Aunque quisiera creer que simplemente te despiertas soñoliento y cansado de tanta inactividad.
Tampoco quiero que pienses que no te estimo cuando no escribo diciendo: "querido diario, hoy", eso suena a huevadas de quinceañera. Si te has dado cuenta yo escribo con sentencias cortas como: "Hoy me despidieron", "hoy me emborraché" o simplemente "hoy hice el amor con la...". ¿Para qué más detalles si todo lo que expreso es lo que toda vida debe vivir? ¿Para qué mayor explicación, si mi propia existencia puedo resumirla con sentencias tan concisas que sudan frialdad?
Resumiendo, sólo te tengo para que me recuerdes de cómo era yo cuando pase el tiempo. Para que cuando te lea pueda creer que todo ha sido provechoso y no angustioso. Porque ya no hay caso, todo se debe a un resumen de día y además ¿tiene alguna razón el hecho de extenderme en explicaciones si ella ya lo dijo todo y se ha marchado? Esto diario es lo principal. ¿Entiendes que Marina se marchó, dejándome contigo, con tus hojas abiertas y mis líneas vacías, pero precisas?. Debo suponer que entiendes, aunque para asegurarme diré: "Hoy Marina se marchó...", y nada más.
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