- ¿A veces recuerdas nuestro hogar, nuestro planeta? - Me pregunta pensativa mi esposa, en esa noche serena de verano.
Levanto mi vista al cielo como buscándolo entre las estrellas... no soy astrónomo, apenas un viejo guerrero convertido en granjero. Suspiro y le contesto.
- Siempre. - Me invade la nostalgia pero continuo con furia - Lo destruimos nosotros ¿sabes?
- Si, lo sé - Asiente mi compañera con tristeza - Pero aun así fuimos afortunados.
Tiemblo en pensar en los millones que quedaron esperando la muerte en nuestro mundo devastado. El cambio climático, las altas temperaturas, la tierra reseca, sin vegetación, sin animales, sin vida.
El destino era ya irreversible, nuestro planeta no podría albergar mas la vida, debíamos abandonarlo. Nuestras chances de sobrevivir como especie fueron depositadas, por el concejo de científicos, en solo dos opciones. Una en un lejano planeta en un joven sistema solar binario, a 4,5 años luz del nuestro y más de 60 años de viaje, y la otra, en un más lejano planeta aun, en un sistema solar menor a mas de 7 años luz y casi 100 años de viaje.
Felizmente la ciencia, la industria y la tecnología, la misma que había causado la muerte de nuestro planeta, irónicamente produjo la solución para salvar al menos la continuidad de nuestra especie.
Dos únicas y gigantescas naves espaciales con capacidad para una decena de miles de colonizadores fueron abordadas con infinita tristeza y culpa por los más jóvenes y promisorios especímenes de nuestra especie. No había suficiente espacio para salvar la diversidad de vida de nuestro mundo original, solo semillas, algunos animales menores vivos y una abundante colección de células madre, todos fuimos puestos en estado de hibernación para la larga travesía.
Según nuestros científicos los planetas de destino gozaban del 100% de posibilidad de desarrollar vida. La temperatura, la atmósfera rica en oxigeno y la existencia de agua en forma líquida garantizaban nuestras mejores posibilidades de éxito.
El azar hizo que nos asignaran a la segunda nave, la de destino más lejano. No pensábamos así al embarcar, pero luego de 97 años, o un largo sueño, nos despertamos próximos a orbitar el planeta de nuestro destino. Fue cuando nos enteramos que la primer nave había fracasado en su intento. Un mensaje enviado a último momento daba cuenta de su destrucción por fuerzas defensivas de seres inteligentes y tecnológicamente superiores que habitaban el planeta de destino. El otro mensaje, enviado 50 años atrás, confirmaba la extinción de nuestros congéneres en nuestro mundo de origen.
La vida inteligente, que arrogantemente presuponíamos una exclusividad de nuestra especie, había encontrado su rival y nos había destruido. Solo quedábamos nosotros. La otra mala noticia era que, nuestro planeta de destino, también tenia población indígena inteligente y desarrollo tecnológico.
Felizmente, los seres de este mundo aún no habían alcanzado nuestro nivel tecnológico. En cuestión de meses sometimos a toda la población y tomamos control total del nuevo mundo. Estos seres inferiores, pusieron resistencia, pero fueron fácilmente derrotados y capitularon incondicionalmente.
Descubrimos que el planeta tenia vida propia y que todos los seres que lo habitaban eran ricos en las proteínas, grasas, minerales y vitaminas necesarias para nuestra subsistencia. Nuestros científicos prefirieron no incorporar nuestras especies para no alterar el equilibrio biológico y ecológico ya establecido. Estábamos en control del nuevo mundo y en la cúspide de la cadena alimenticia.
Antes de un año ya estábamos asentados en las infraestructuras de granjas y ciudades, las mismas que habíamos conquistado de los habitantes originales. Y así empezó nuestra segunda oportunidad como especie.
- Si le digo a mi mujer, fuimos muy afortunados.
Las nubes se corren y la luna llena ilumina, en este tercer planeta a partir de este sol amarillo, un corral repleto de humanos. A lo lejos, en los establos se escucha un llanto. La voz de un niño al nacer.
- Otra parición - Digo, rascándome las escamas coriáceas de mi cabeza - Además parece que este invierno tendremos comida abundante.
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