Apenas puedo mover los dedos
Me levante tarde este día pero me desperté temprano, ya no podía dormir, vida hijueputa, aunque me acomodo de lado, frente al colchón, boca arriba, el sueño es el mismo.
Esta haciendo un frío muy malparido; me envuelvo los pies en la cobija cuatro tigres roja, que me regalaron cuando cumplí diez años, cierro los ojos y empiezo a dormir, totalmente relajado viajo por los recónditos pasadizos del subconsciente.
Empiezo a recordarte, cuando no tenías nada más que mi cariño, (peligroso esta el sueño así comienza siempre) tu cara blanca me mira con esos grandes ojos café, me desarmas y me empiezas a amar.
Caminas en sandalias por el camino polvoriento, dejas que la brisa juegue con tu pequeño vestido rosa, detrás de ti me elevo en el aire, como si pudiera volar, te vas haciendo pequeña en la distancia, pelo rubio dibuja tu sombra en la oscuridad que me envuelve Morfeo, para de repente estar sujeto de la nada sintiendo el orgásmico placer de poseerte, cuando ahora tu presencia se hace grande y lo ocupa todo, cuando ahora no valgo nada.
Te amo con toda mi alma, te amo y te odio, me agarro de tu piel blanca, sangran mis manos y caigo hasta lo más profundo de mi cama, me despierto sin vida y con el firme deseo de recuperarla.
Apago el televisor, siempre sueño eso cuando me duermo con el televisor encendido y aunque lo sé, es la única forma de verte de nuevo, de verte clara de sentirte clara de recordar tu rostro.
Sigue haciendo el mismo frío, apenas puedo mover los dedos para escribir. Me masturbo pensando en ti, espero que eso sea suficiente por esta mañana para dejar de pensarte y ocuparme en lo que me dejaste de alma y de vida.
Esta noche dormiré de nuevo viendo televisión.
(fragmento)
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