Postal de Tánger
Han venido a posarse, en el borde de la amura de babor, algunas gaviotas que recortan el cielo azul y blanco en pedazos, como la paloma ingrávida de Magritte sobre el horizonte. Es el trasbordador de Algeciras a Tánger, agosto de 1985, lo recuerdo con exactitud. Sin embargo, el resto de las imágenes se ha ido borrando o difuminando en este corredor sin fondo que es la memoria. Después de atracar buscamos algo que se pareciera a un hotel. Pero sólo tengo una leve recordación de aquellas aves haciendo tiras el cielo, de tu cuerpo, tan frágil, y del perfume a té con hierbabuena que llenaba las habitaciones. Recuerdo también, vagamente, el cuadro que recortaba la ventana, comida por el salitre, sobre el mar. Ha desaparecido el puerto, los volatines y las sirgas, el ajetreo, las voces y la nube de chiquillos que nos perseguía a todas partes para enseñarnos la ciudad por un dirham. No recuerdo la cara de la gente que venía con nosotros. Tu rostro, inexplicablemente, también ha desaparecido.
Juan Yanes |