No soy quien para continuar venciendo, no soy quien para caminar regalando incógnitas, no soy quien para mal quererte como lo hago.
Abandono mi partida, sin rencor, sin ases, abandono. Sin mediar palabra. Aunque tu desees seguir jugando eternamente, yo abandono. No me importan tus deseos.
Huyo y dejo que el tiempo cicatrice tu piel, la mía cicatriza justo en el instante en el que decido alejarme. A veces dudo de mi humanidad.
Desaparezco, renazco, me libero, vivo... quizá algún día pienso en ti, en vosotros que caísteis en la misma trampa.
Y me presento fiel, dispuesto a regalar explicaciones no pronunciadas. Ahora, que ya no significan nada.
Te viste obligado a jugar a mi juego, con mis reglas, con mi baraja, mientras yo me alejaba en silencio, a hurtadillas para no levantar sospecha, ni perder la partida. Abandonar antes que perder, huir antes que descubrirme tal como soy.
Y con ese frio en mi piel vuelvo de antaño para mantener mi imagen intacta, ahora que mi presencia no duele, ahora que puedo pronunciarme e inventar con tiempo mi historia inacabada. ¿En serio quieres oirme? ¿En serio aprecias mis palabras?
Te abandoné a la suerte y desaparecí, y vuelvo ahora con sonrisas, sin disculpas, como si no hubiera ocurrido nada. Me odio por ofreceros mi veneno, como si de una sabia inmortal se tratara. ¿Sabes, no eres el único en esa situación extraña?
Soy una mantis no muy religiosa que te absoreve, te roba, te secuestra y te abandona con delicadeza dejándote con vida para recuperarte mañana. Cuando me canse de lo que hago ahora, cuando vuelva a necesitarte, cuando vuelva a soñar fantasías y a desear tu alma.
Tú, que aún no me amas... conoceme antes de verte envuelto en mi tela de araña. No quiero que me perdones, no quiero volver con el tiempo a enmendar mi alma, no me perdones, no seas otra carta en mi escalera de corazones. |