Un grito humedecido en lágrimas atraviesa como una garra afilada el silencio de esa fría noche de verano.
Una madre, asustada, abre la puerta de ese pequeño cuarto donde la niña llora desconsoladamente bajo el enorme acolchado.
La madre, con cuidado de no asustarla más, se sienta en el borde del colchón y rebusca entre los pliegues del abrigado cubre camas en busca de esa pequeña bolita bañada en lágrimas en la que se ha convertido su hija, a la que la cama le queda grande. Cuando la encuentra, dentro de ese nudo de sábanas y acolchado, se asusta ante la imagen de su niña de apenas 9 años, aovillada, sujetándose las rodillas con sus cortos bracitos, cerrándose sobre sí misma para protegerse de lo que sea que su infantil mente le ha hecho imaginar. La madre, cuidadosamente, le separa los brazos, la arropa en su regazo y la mece hasta que se calma.
- ¿me querés contar? – pregunta cautelosa. Su hija menor tiene pesadillas con frecuencia, pero suele guardarse sus miedos.
Lentamente, la pequeña niega con la cabeza. Luego de un rato, con sus manitos apretando con fuerza el salto de cama de la mamá y su carita enterrada en su pecho susurra.
- ¿ma? –
- ¿qué pasa amor?- contesta ella, con voz pausada y acariciándole el pelo.
- ¿me prometés algo?-
- ¿qué cosa? –
- ¿me prometés que nunca te vas a ir?- preguntó aún mas bajo y más apretada contra su mamá.
- te prometo que siempre voy a estar con vos amor- contestó la madre. Ahora ya sabía cuál había sido el sueño de su pequeña; otra vez había tenido que soportar la pesadilla de verse sola, de quedarse sola. Esta pesadilla era frecuente en ella desde que su papá había muerto, unos meses atrás.
- ¿segura? –
- sí, te lo prometo. ¿Querés que duerma acá con vos hoy?- preguntó esa madre atenta, a la que la nena quería tanto.
- sí -
Se acostaron y la nena las tapó con el acolchado para luego acurrucarse en los brazos de su madre.
- hasta mañana mamá -
- hasta mañana bichito de luz-
|