El Hada decidió que era hora de darse una vuelta por el mundo. Tenía encomendada una misión, así que dejó sus alitas en el perchero para ello especialmente diseñado. Con la pinta de una princesa oculta bajo ropas sencillas comenzó su expedición, para convertirse, una vez en tierra, en un mítico ser de las profundidades del mar.

Al caminar hacia el mar se encontró con un hermoso pescador, quien la hechizó con su mirada franca y decidida. Comenzaron a hablar, al parecer se entendían. Ella tenía ganas de conocer su mundo y él quería que alguien escuchara sus historias.

"Yo escribo poemas", dijo él. "¡Y yo escribo cuentos"! contestó ella. Había magia encerrada en la conversación. Pasaron horas hablando. Él le contó sus sueños e inquietudes, propias de un alma joven que quiere devorarse el mundo.

"Qusiera salir de aquí y conocer los secretos del pasado en ruinas y huesos, quiero ser paleontólogo. Sin embargo, para eso necesito dejar mi paraíso. Este lugar donde en vez de paredes hay aire fresco, donde en lugar de rejas hay agua pura y cristalina. Pero mis sueños son caros... y aún no sé si podré cumplirlos".

Ella evaluaba todo: su aspecto, sus modales, su mirada llena de ilusiones. Ya había transcurrido toda una noche. Lo que él decía le parecía absolutamente maravilloso. Él prosiguió:

"...pero quedarme en el paraíso también tiene desventajas. Tengo que ser pescador, porque ese es mi oficio, transmitido por generaciones. Me sumerjo y busco entre las rocas al monstruo que se esconde. Él me mira con temor, sabiendo que tendrá que luchar por su vida. Usará sus ventosas para atraparme... y yo lucharé contra mi deseo de dejarlo vivo. ¡Porque si pudiera escoger, yo nunca le haría daño! Lo dejaría vivir... Quisiera verlo alejarse, usando sus bolsas de aire... porque los pulpos no tienen aletas".

Y he aquí que el Hada había bajado a la tierra para cumplir una gran misión, creada desde el principio del tiempo con polvos de estrellas del cielo y estrellas de mar: su misión era convertirse en un majestuoso pulpo y surcar los mares...