Me dormí abrazado a un mar de música,
Vi el viejo plato colgado con lagrimas de tempera,
Azules, rojas y amarillas, colores impregnados,
Un recuerdo de la infancia perdida
Te creí desaparecida en mi memoria,
Y sin saberlo, permanecías, muy lejos a mi lado,
En la apagada luz curva del milenario velador,
en la espuma y en la horilla, en la sepultura de caricias,
en el reflejo del cielo sobre las aguas del mismo rio
me dormí abrazado a un mar de música
en la noche de día, en el murmullo en la cocina,
con las frías manos de la despedida,
junto al inestable viento de viajar a contramano
te creí desaparecida en mi memoria,
pero mis ojos, mis ojos bien que te veían,
con el miedo a la distancia me tejí una sonrisa
y con el largo de tu pelo me cree la cicatriz,
gastada pero visible, como nuestro amor amargo,
muy corto y muy largo, nuestro viejo amor amargo
luego, decidí estirar los brazos
para nadar profundo en las cenizas,
ya despierto y sin bostezo, me arriesgue a pagar mi deuda,
esta deuda que me debo
y aunque mucho me he tardado, unos años o una vida,
me merezco aun llorarte. |