El arbolito de Pascua
destila sus últimos fulgores,
mientras te pienso: estás tan lejos amor mío.
Pero tan cerca, ahí donde
todas mis venas se encuentran.
Ahí donde todas mis neuronas
se sinapsean.
Amada, ni te conozco
Sólo te sueño.
Mientras escribo estos tus versos
que son tuyos y de nadie más.
Te amo en el ayer, en el presente, en el futuro,
en el purgatorio o en compañía de Lucifer.
Te has convertido en mi patria
por cuya bandera, gustoso un beso te daría.
Y aunque no me des bola
aunque me digas "sólo puedo ser tu amiga",
vos serás mi pan,
aunque no calmes mi sed
porque a mis entrañas,
sólo una de tus lágrimas, saciará.