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La Cueva en la playa

Me encontraba sentando en un acantilado, los llantos de mi tía Clara me habían hecho venir hasta allí, porque tenía que huir de sus tristes y repetitivas historias, acerca del accidente de avión de su hija Marina.
Aquel espeluznante día, el mar golpeaba con fuerza las rocas, observándolas hallé un hermoso collar dorado sobre una de ellas.
Apenas vi el collar lo quise agarrar para regalárselo a Isabel, mi enamorada.
A pesar del miedo que me producía bajar, el pensar en cómo reaccionaría Isabel al ver tan hermoso regalo, hizo que me arme de valor y comencé a bajar. Mientras descendía, me di cuenta del verdadero peligro que corría al bajar tan empinada superficie pero no me detuve.
Ya me faltaba menos de dos metros, cuando de pronto pisé mal y ¡caí!
Mi pierna derecha fue lo primero que impactó contra el suelo, me desmayé por algún tiempo, cuando desperté el dolor era terrible.
-¡Ayúdenme, ayúdenme!-Grité
Pero nadie respondió, recordé que nadie viene a aquel sitio, porque corría el rumor de la existencia de un fantasma.
Pese a que sabía que mis gritos serian inútiles, el sentido de supervivencia me obligaba a seguir pidiendo ayuda.
-¿Quién hace tanto ruido?-escuché decir
Volteé a buscar a la dueña de la voz pero no la hallé, parecía no haber nadie.
-¿Me puedes ayudar?-Pregunté esperando encontrarla en su respuesta
-¡No!-Dijo en voz alta
Descubrí que la voz venía proveniente de una cueva formada por las rocas.
-Me he caído y me he roto la pierna, necesito de tu ayuda
-No, ¡y ya vete de mi playa!
-¡No puedo irme!
-¿Por qué no?
-¡Porque me he roto la pierna!, ¡ya te lo he dicho!
-Ese es tu problema, no mío, eso te pasa por estar en lugares que no te pertenecen.
-No quiero discutir contigo, solo quiero irme de aquí, no tienes ni que llevarme al hospital solo avísale a alguna persona, hay una ciudad a pocos minutos y…
-No lo haré, además no puedo salir de la cueva
-¿Por qué no?
-Porque soy un fantasma
Aquella revelación me hubiera impactado mucho en cualquier otro momento, pero en aquel momento solo me importaba ir al hospital y aliviar mi dolor.
-Si dices que eres un fantasma en algún momento fuiste una persona y como tal debes tener algo de compasión en ti
-A los fantasmas no nos importa nada, ¡ya vete de aquí!
Supe que nada ganaría rogándole su ayuda, decidí pararme por mi cuenta, puse todas mis fuerzas en la pierna izquierda y logré ponerme de pie, pero el dolor me hizo desvanecer, golpeándome la cabeza fuertemente al caer.
Me desmayé no sé por cuánto tiempo, cuando abrí los ojos, el dolor seguía más fuerte que antes.
-¿Sigues allí?-Preguntó el fantasma
-¿Dónde quieres que haya ido?, si la única persona que me puede ayudar no quiere hacerlo
-Te diré la verdad
-¿Qué verdad?
-No puedo salir no porque sea un fantasma, soy una sirena, por ello no puedo caminar
-¡Ya sé lo que pasa!, no eres ni un fantasma ni una sirena, eres solo una loca atrapada en una cueva
-No seas insolente, soy una sirena y esta noche debo ir al fondo del mar con las otras sirenas
-¡No te metas en este mar!, hay demasiadas rocas, ¡morirías!
-Si fuera humana de seguro que sí, pero nosotras las sirenas sabemos nadar en cualquier sitio
-¿Por qué dices que eres una sirena?-Pregunté dejándome llevar por la conversación, sabía que el hablar me distraería un poco de aquel dolor que en aquel momento me hacía temblar.
-Porque lo único que recuerdo de mi vida es que salí del mar, ¿qué más puedo ser sino una sirena?
-¿No recuerdas nada más?, quizás tengas algún sueño frecuente que pueda servir para saber quién eres en realidad
-¡Yo ya sé quién soy!, soy una sirena, y no, no recuerdo nada más, aunque si tengo un sueño muy frecuente, sueño que estoy en uno de esos objetos blancos voladores…
-Un avión –Interrumpí
-Sí, estoy en uno de esos y hay algunas personas conmigo, todas de rostros confusos, de pronto el avión explota… siempre me despierto en esa parte
-Es un terrible sueño
-Lo es, pero es solo eso, un sueño, no le doy mayor importancia, lo que me importa es que hoy por fin veré a las de mi especie, pero para ello debes irte, y por cierto, ¿por qué viniste aquí?, ¿por qué te caíste?
-Vine por escaparme de una tía y me caí por que quise recoger el collar dorado que está colgado en las rocas-Dije mientras lo veía
-El collar dorado es mío, cuando salí de la playa se me quedó atrapado allí
De pronto el dolor aumentó y yo no pude articular más palabras, ella seguía hablando pero yo ya había dado todo por perdido y ya pensaba en quedarme allí para siempre y hasta pensaba en la posibilidad de morir , pero de pronto ella dijo:
-No te des por vencido, así como yo iré con las de mi especie tú también lograras estar con los tuyos
Fue la primera vez que me dejó de parecer un fantasma o una sirena y la sentí humana, no dijo nada más pero sus palabras lograron que me mantuviera despierto y no perdiera las esperanzas.
Cuando pasó una hora aproximadamente vi la luz de un helicóptero… ¡sabía que me había salvado!, no podía hablar aún por el dolor y no pude decirle nada a los rescatistas que me salvaron sobre la criatura de la cueva.
En el hospital me quitaron el dolor y me pusieron yeso, me recomendaron guardar cama por mucho tiempo.
Al día siguiente mi tía Clara vino a cuidarme porque mis padres tenían que salir y al no poder moverme necesitaba de su ayuda.
-Hoy se cumple un año del fallecimiento de Marina ¿no?-Le pregunté mientras me servía la comida
-Sí, aunque yo no estoy segura que falleció
-¿Acaso no murió en ese accidente de avión?
-Eso me dijeron, pero nunca se halló el cuerpo, y mientras no lo hallen yo seguiré creyendo que está viva.
Aquella noche tuve una pesadilla, soñé que bajaba al acantilado, esta vez sin caerme, me dirigía hacia el collar dorado, pero antes de agarrarlo salió la mujer de su cueva y me lo arranchó, ¡aquella mujer era mi prima!
Llamé a mi tía Clara apenas me desperté.
-Sé dónde está Marina- le dije
-¿Estás seguro?
-Completamente
Nos enrumbamos con mis padres y mi tía al acantilado.
Yo me quedé en mi silla de ruedas y mi padre y mi tía bajaron, pese a que mi padre le pidió a mi tía Clara que no lo hiciera por el peligro que corría, ésta estaba tan emocionada que no hizo caso a su petición.
Ambos bajaron sin ningún rasguño y buscaron a mi prima con sus linternas.
Al cabo de varios minutos no hallaron nada y subieron.
Mi tía lloraba y mi padre me resondró diciéndome que no se juega con algo así.
-No estoy jugando, ¡yo hablé con ella!
-Quizás fue solo una alucinación del dolor –Dijo mi madre
Me quedé pensando en ese momento si quizás todo fue producto de una alucinación como decía mi madre, pero de pronto miré hacia las rocas buscando el collar dorado, ¡y lo hallé!
Me gusta pensar que de verdad se trataba de una sirena y que dejó el collar para que siempre la recuerde.

Fin

Texto agregado el 04-01-2013, y leído por 168 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
05-01-2013 Me gustó tu cuento. Un saludo cordial.***** MAYTE2
04-01-2013 Un cuento muy ameno ,parese un sueño,me gusto. Saludos ***** Rocxy19
 
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