Vi reflejar mi soledad
en un vaso de néctar de oro
Y un trozo de hielo pegado al corazón
Un túnel oscuro y estrecho
y al final del camino un fusil
recordé tu piel que ahora es carne
en las garras traicioneras de la noche
y mi burbujeante y amarga bebida
silenciando antes de acabarse
el imparable tronar de la agonía
Vi el rio del vomito de sangre
de mi grito cargado de despojos
y el dedo anular de tu mano izquierda
despedirse con un abrigo radiante de mentiras
Vi una noche y las estrellas
y un nuevo vaso, nuevamente casi vacio
vi que largo era el olvido
y que rápido olvidaste
vi el fondo y su vacio
y mi escudo a punto de destrozarse
Vi no una, sino cien soledades
alumbradas por un rojizo sol de mañana
vi mi fracaso retractado en mi mirada
y la cama que esperaba congelada
sentí no una, sino cien soledades
y otro vaso a punto de matarme.
F J d
Texto agregado el 03-01-2013, y leído por 289
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Lectores Opinan
30-06-2022
Repitamos todas las cosas buenas hasta que cumplamos nuestro cometido. scire