Verte de novia es fácil, y tu sonrisa embellece el fondo de cielo. No es sábado ni de noche, sino de mañana diáfana, para contemplar todo tu esplendor. Ataviada entre seda y tules, los colores desfilan tenues y todo es bello en ti. Tus ojos brillan transparentes que hasta diviso tu alma, esa alma a quien hablaré con el corazón para decirle, como una respuesta sin pregunta, como la esperanza que anhela una novia enamorada, como si pudiera atrapar lo eterno y bello para darle. Mi voz sin palabras, impregnada de poesía y candor graba en ti, mi promesa de amarte sin tiempo ni egoísmo, para que sin pensar en mí, solo piense en ti y servirte con la alegría y satisfacción del lacayo que se brinda a su reina. Ojalá, cuando llegue el día en que decidas irte, o debas partir, yo de pie, sin resquemores, pueda despedirte agradecido por el tiempo, que me regalaste y que aproveché para amarte sin reloj, sin arrepentirme. Talvés me quede el sabor agridulce de pensar que fue poco, o que estoy loco viéndote partir cuando quisiera prolongar el tiempo junto a mí. Pero entonces, estaría pensando en mí y no en ti, y convertiría el verdadero amor en egoísmo, porque así, empezaría a sentirme dueño de alguien que no me pertenece. Aún cuando el tiempo fuera un día, una hora, un minuto, sería eterno mi agradecimiento, si en él, solo pude amarte. 2-9-07 Rubén