Se escucha el rugir del fuego sobre un cerillo recién prendido, dando lugar a un hipnotizante danza de una ambigua figura de color azul, blanco, amarillo y naranja. Se acerca sigilosamente suspendido en la penumbra acompañada de una extraña presencia.
Su luz que poco alumbra aún en esta helada noche la posaría sobre un cordón bañado de parafina blanca y que a duras penas se enciende en ella. El cerillo se aleja apagándose en la lejanía. Ya en su nuevo ámbito, la luz es encerrada en un recipiente de vidrio circular. Aislada…, suspendida en el agua, se encuentra sujeta a este cordón que está sobre un bloque circular blanco de parafina. Con su calor va derritiendo y convirtiéndolo en líquido, que se desliza suave y silenciosamente, cayendo en el agua y su aroma la hace más atractiva y viendo de cerca observo su esplendor.

Algo la hace deslizarse hacia uno de los costados. Gira lentamente, desasiéndose de a poco su naturaleza cilíndrica, apoyándose, reflejando su forma.
Detrás del vidrio se ven unas rejas que proyectan en la rugosa pared del exterior, pequeñas islas con estrechos ríos, que se extienden en su dibujado horizonte. La inmensidad de las imágenes me desconciertan y el calor de la flamante llama me hipnotiza nuevamente. Me acerco para tocarla y me disipo.