Fragmentos

I

Somos inconexos, cuesta decirlo, pero sólo somos seres amorfos que se diluyen en una atmósfera llamada realidad. Realidad que nadie conoce y que nadie soporta, consumiendo cada hálito de nuestros pálidos corazones. Corazones que no caben en el pecho y mucho menos en la cabeza, corazones que nos ionizan e idealizan para así evitar darle un golpe, un choque, un catastrófico golpe a la realidad. No lo sabemos, ahora lo pienso pero aun no lo sé, pero lo intuimos. Intuimos nuestra distancia, diagramada en finas obras de arte que no logramos comprender, pero que reconocemos como piezas únicas, frágiles y de un alto Valor. Valor quisiera a montones, para figurarme como el Quijote y derribar los gigantes tormentosos que me impiden mirarte a los ojos y saber que entenderás cuando te diga que me siento lejos de ti a veces, pero que no me importa la distancia, yo te amo. Te amo.

II

¿Me amas? ¿Qué puede saber un poeta del amor? Amor, malentiendes todo, malaventuras la verdad. La única verdad es que te amo. Te amo, no me importa que seamos inconexos, que nos desvistamos sin vernos, y nos miremos sin desvestirnos, qué más da si no somos el uno para el otro, si no me gustan tus versos, tus complicadas escenas. Escenas que me martirizan hasta llorar fuego, hasta introducirme en mis entrañas y sacar todo el veneno de raíz, para así saciar tu ansia de verdad, de dolor y de verdadero amor. Amor, ya no llores más por favor, no ha pasado nada. Nada.

III

Esta pasión me fustiga y del polvo creo construir ciudadelas negras, distancias inexpugnables que ahogan el grito de libertad de nuestras gargantas amargas. Amar-gas. Seguramente explosivo, mutante que se condensa y se transforma en tormenta sobre nosotros, corrompiendo la paz efímera que nos envuelve, que nos aterra. Aterra saber que el amor no siempre dura para siempre. Siempre lo sabemos.

IV

Lo que del polvo es al polvo vuelve, cierra los ojos para recibir mi beso de huracán. Huracán que volará tu estúpido existencialismo, decadentismo, depresionismo o estupidísmo, da igual como se llame, sólo regresa. Regresa a ser el valiente, el que con sus carcajadas burlescas derribaba los castillos fortificados de mis depresiones, de mis traumas, de mis prejuicios y de mis temores. Te mueres y quiero rescatarte, no importa cuál sea el precio que tenga que pagar, cuantas veces tenga que morir por ti. Por ti, por mi, por nosotros. Nosotros seguiremos siendo uno.

V

Somos inconexos, pero sin embargo no dejamos ni dejaremos de amarnos sin medida, creo que Dios así nos hizo, por un incognoscible fin. Fin