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Al principio, después del accidente la visita de los amigos era continua. Emiliano quedó postrado. Mientras su recuperación subía por las escaleras lentamente, la depresión viajaba en ascensor. Poco a poco dejamos de visitarlo. ¿Razones? Se podría esgrimir muchas, como la pena de verlo en ese estado, la emoción que recrudecía cuando se encontraba con el amigo entrañable, las ocupaciones de cada uno, pero lo cierto es que el olvido juega muchas veces en estos casos su mejor partido. Así fue pasando el tiempo.

Como tan malos no somos, acordamos darle una sorpresa el día de su cumpleaños. Compraríamos el pan, los tamales y el cafecito pasado sería por cuenta de Andrea, su abnegada y bella esposa.
Mónica llamó temprano el día programado. No podía creer lo que contaba. Emiliano al parecer había enloquecido.
-¿Buscas a Andrea? Debe andar por ahí satisfaciendo sus instintos sexuales. Y si vas a venir no olvides de ponerte la ropa más sexy que tengas y dile lo mismo a todas las casquivanas y a los maricas de esposos que dicen van a venir-le dijo y colgó el teléfono.
-¿Eso te dijo Emiliano? ¡Pobre, se alocó carajo!!! Voy a llamar a algunos amigos más-le contesté.

Allí estábamos casi todos sentados en la sala cuando lo vimos bajar. Se ayudaba con dificultad con un bastón aunque su recuperación había sido notable. Luego bajó Andrea quien antes en pijama nos dijo que la esperemos.
El desayuno transcurrió con una charla amena. El trato de Andrea con él era sumamente cariñoso y él le retribuía siempre con una sonrisa bondadosa.
¿Pero cómo pueden fingir tanto?, pensaba.
En un descuido Mónica se me acercó y me espetó algo que casi me atoro con las pasas y la fruta seca del panetón: ¡Qué actores Dios mío!!!

Emiliano nos habló de sus proyectos, que pese a algunas secuelas, las llevaría adelante. Nada hacía parecer que en algún momento se revirara y nos tire las tazas por nuestras cabezas. Como era día de trabajo Mónica nos pidió que la lleváramos a su casa. Al llegar buscó en la cartera y no encontraba sus llaves. Llamó a Andrea.

-¿ Tú otra vez mi amor? Eres insistente y yo vulnerable, fácil de convencer. ¿Cómo eres, blanca, morena, castaña? No me importa ¿Dónde podemos vernos?- Contestó la voz varonil...



Texto agregado el 29-12-2012, y leído por 160 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
29-12-2012 PUEDE PASAR! MUY BUENO! jojamuca
29-12-2012 Bueno por las travesuras del teléfono nos factura melisacampos. Me gustó. elbritish
29-12-2012 Una historia con base muy real. Más de lo que la mayoría de los hombres querrían saber, lamento comunicárselos. melisacampos
 
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