Probablemente Rosa, aún no tienes el placer de entender el mundo o tal vez si y yo desde mi lugar no me he dado cuenta, que egoísta soy.
Seguramente desde tu lugar en mi cama, te diste cuenta de como sè bailar por las mañanas y mis movimientos por las noches, percibiste mi respiración sonífera, mi posición fetal, mi sentimiento frío al cubrirme con la sàbana, el tic del almohadazo, el valor de un corazón.
Estoy seguro Rosa que por el principio de la veracidad y realidad, eres capaz de cocinarme algo exquisitamente peruano sin dejar rastro de tu italianidad, tal vez encantada una diurna mañana invoquemos tus santos y yo mis dioses, o nos quedemos callados, porque en eso soy bueno, desde hace tiempo.
Pero la vida es como el tiempo y la realidad, Rosa, es corta y por fuerza dirigida a un rumbo.
Unas veces Rosa, el internet me recoje en la escritura, catapulto mis ideas, invento creaciones especiales, manjares seductores, mujeres inimaginables, trabajos indescriptibles, fórmulas exactas, moralejas sin advertimientos, bailes ensortijados, trabajos descompuestos, políticas en transición, muertes sin sentido y una y otra vez, imàgenes que sacuden mi única voluntad de escribir. MIentras tú en tu edèn intentas mirar màs allà del fondo de nuestra soledad.
Eres Rosa la posibilidad de escuchar en toda su longitud una mañana italiana, una tarde peruana y una noche limeña, en esto no me contradigas, querida, una noche donde tú y yo somos uno, en una canción imaginada para tí.
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