Su dedo me atrapó como un anzuelo captura un pez, y me silenció, sentí que era como un gancho tirando de mi piel, y ésta en cualquier momento iba romperse, con su otra mano se acerco a mi corazón y lo siguiente fueron sus dedos hurgando en mi pecho deteniendo mis latidos, buscando lo que tanto negué tener, un corazón. Ahora la sangre que siento es mía... Soy su presa, se me está yendo la vida, no hay túnel de luz, no hay ayuda sorpresiva su alma me arrastrara a los infiernos, donde pasare la eternidad retenida, donde no transcurre nada, mis penas ahogadas en mi veneno... Dolores y agonía.
Yo la desperté de su letargo, ella fue quien antes dormía, no pensé que esa tarde de julio, mientras jugábamos ocultándonos de la lluvia, invocamos su espíritu errante, sobre la tabla de una ouija, reíamos de imaginar que nada podía sucedernos, nos creímos inmunes a todo ente oscuro, apareció ella y juro llevarnos consigo por perturbar su descanso, fui la primera en partir y no pude advertir a nadie. Mis gritos nadie escucho, mi vida termino...
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