REFLEXIONES ANTE LA INMINENTE LLEGADA DEL FINAL, SEGÚN EL CALENDARIO MAYA:

COLORÍN COLORADO.
Dicen que se acaba el Mundo, que al calendario Maya se le acaban las páginas…., y uno no sabe muy bien si creerlo y quemar todas las naves (romper el cerdito en mi caso) o pensar que se equivocaron y confiar en que el sábado haya Liga de nuevo.

La verdad es que quieras que no, uno tiene ahí un poquito de congoja por lo que pueda pasar. Desde luego que si el que hubiera predicho el fin del mundo hubiese sido el Calendario Pirelli, desde hace más de dos meses no habría talleres abiertos en toda España, se habrían tomado los últimos días del mundo a beneficio de inventario. Pero claro no ha sido el Sr. Pirelli, ni tampoco los Bomberos de Bilbao los que han pronosticado el apocalipsis (no confundir con caramelos mentolados), han sido los Mayas. Unos tipos que andaban con la cara pintada, taparrabos y cerbatana. Entiendo que más de uno dude, la verdad.

Yo por si acaso he pensado en las cosas que me quedan por hacer en estos dos días, y la verdad es que voy bastante pillado de tiempo.

Dice la Leyenda que uno se puede morir tranquilo si ha tenido un hijo, ha escrito un libro y ha plantado un árbol.

Yo hijos he tenido dos. Preciosos ambos. Una princesa dulce y cariñosa, y un chuleta descarado más rico que las pesetas.

Árboles…., lo que se dice árboles…., ni el de Navidad. Pero tampoco me ha interesado en demasía la Ingeniería Agrónoma, ni siquiera era una de mis Facultades favoritas, como Psicología o Bellas Artes….., esas si eran buenas facultades….

Y escribir un libro…., pues tal vez esa sea la espinita que se me quede clavada. Y en dos días es imposible hacer nada decente. Ni Pérez Reverte es tan rápido y prolífico. El caso es que con los libros pasa como con la Declaración de la Renta, uno lo deja siempre para el último momento. Siempre pensamos que el mejor momento para escribir un libro es cuando te llega la jubilación. Lo malo es que tus hijos no piensen lo mismo y tengan otros planes para el “abuelito”. La de escritores frustrados que debe haber en los Parques de España columpiando nietos.

Descartado el libro por falta de tiempo, y el árbol por falta de interés, uno piensa en qué puede hacer para irse tranquilo y agustito al otro barrio. Aprovechar las últimas 48 horas de tu existencia. Y tras unos minutos pensando, lo tengo claro, saldar cuentas pendientes, asuntos que quedaron sin resolver, y disfrutar de mis seres queridos.

Y si resulta que los Mayas se equivocaron, siempre podremos echarles la culpa

Fdo.: man in armor