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SUI GENERIS
(2005)

Pedro y Susel eran una pareja fuera de lo común. Él era un pintor abstracto, aunque su verdadera pasión era el impresionismo. Susel era una francesita auto exiliada que había emigrado a América desde muy joven.
Pedro creció como hermano intermedio dentro de una familia bastante numerosa, bajo una férrea formación religiosa que orientó de muy diversas maneras a los hijos de unos padres tradicionalistas y conservadores.
Dos de sus hermanos varones vistieron los hábitos religiosos, aunque siguieron caminos diametralmente opuestos, pues el uno alcanzó importantes posiciones dentro del eclesiastado, llegando a temprana edad a ser monseñor, mientras el otro con una cruz en una mano y un fusil en la otra, se remangó la sotana y se fue para el monte a iniciar una fallida revolución social.
Pedro, como todos los demás hermanos, se educó en un colegio regido por hermanos Lasallanos y desde la adolescencia se pudo apreciar en él un leve amaneramiento, que con el paso de los años se fue haciendo más notorio y que lo marcó con un inconfundible tono de voz.
Recién graduado del colegio, desistió de la posibilidad de ir a la universidad ya que su familia no estaba en capacidad de costeársela y optó por buscar un empleo. Trabajó en un banco y por un par de años llevó una vida normal hasta que descubrió y desarrolló su vena artística, lo que le facilitó asumirse y dejar de esconder su tendencia sexual.
Le encantaban los hombres grandes y fuertes, y aunque tuvo algunas parejas, no había encontrado uno con quien realmente fuera feliz. Vivía solo, en un estudio grande adecuado en la buhardilla de una casa antigua en un barrio colonial de la ciudad, donde se podían encontrar reproducciones de Monet, Cezzane, Van Gogh, Renoir ó Williams, mezcladas con sus propias pinturas, en un desorden que se podía considerar bohemio, siempre acompañado con música clásica de fondo, que era otra de sus pasiones.
Había escogido el abstraccionismo, porque no poseía cualidades para ser un buen impresionista, lo que le costó años de frustración al nunca llegar a entender la interpretación que se producía en el cerebro de los grandes impresionistas que podían plasmar en un lienzo un código a simple vista de puntos o pequeñas manchas de colores, pero que observado desde unos cuantos pasos, armonizaban una perfecta composición de imágenes aún en los detalles más sutiles, como si se tratara de una fotografía digital muy ampliada, ideada en una rudimentaria artesanía de lienzos, pinceles y pinturas casi un siglo antes de la tecnología.
Admiraba mucho las técnicas en las que trabajando con colores básicos se podían plasmar efectos de increíbles brillos metálicos, pero tuvo que declinar sus aspiraciones por incapacidad para darle paso a los intrincados trazos del abstraccionismo, donde si pudo expresar todas sus emociones y que a la vez le permitió vivir de una forma modesta pero estable.

Susel había salido de su país, como una muchacha rebelde que rechazó a sus padres porque estos no la financiaron en un incierto proyecto para viajar a Nepal a escalar el monte Everest y cuando dos amigas le propusieron viajar a América en una aventura sin porvenir, no pensó dos veces en abandonar sus estudios de educación física en La Sorvona, por ir tras de una quimera, más como una forma de castigar a sus padres que por verdadera convicción, aunque de ese viaje nunca regresó a Europa.
Era hija única y sus padres la habían criado con todas las libertades y comodidades que les permitían ser dueños de una fabrica metalmecánica. Fue caprichosa y siempre terminaba imponiendo su voluntad sobre la de sus padres, que todo el tiempo estaban solucionando los problemas en que frecuentemente se involucraba. Por rebelde y antojadiza recorrió muchos colegios privados, donde nunca se adaptaba y con gran esfuerzo terminó el bachillerato.
Desarrolló un carácter muy fuerte y dominante y hasta la época en que decidió ingresar a la universidad a estudiar educación física, no se le conoció ningún novio. Tenía un cuerpo delgado pero muy atlético, propio de la carrera que había escogido y siempre llevaba su cabello rubio bastante corto.
Le gustaba vestir con pantalones, camiseta de cuello y una chaqueta deportiva y nunca se le vio con falda. Hasta esa época jamás habló con nadie respecto a su sexualidad y su comportamiento daba la impresión de que se tratara de una persona asexual pues no manifestaba ninguna clase de interés, pues se cuidaba mucho de no dejar traslucir la atracción que sentía hacia otras chicas.
Cuando surgió el proyecto de viajar a Nepal con cuatro compañeros más, en una reunión informal en la universidad, a ella de inmediato le interesó y creyó que con facilidad convencería a sus padres para que la apoyaran, pero no fue así. Los dos coincidieron en que era el plan más descabellado y peligroso que se le hubiera podido ocurrir y que nunca financiarían tal desatino.
No hubo argumento por parte de Susel que los hiciera cambiar de opinión y en un gesto de rebeldía decidió viajar para América con dos amigas con una pequeña maleta como equipaje y un poco de dinero que tenia guardado, sin siquiera despedirse de sus padres.
Cuando se estableció, consiguió un buen empleo como profesora de francés en un prestigioso colegio y se quedo a vivir allí permanentemente.
En un principio por más que se esforzaba en esconderlo no podía ocultar su virilidad y rudeza, pero con el paso del tiempo termino por no importarle y frecuentaba la compañía de mujeres suaves y delicadas aunque nunca tuvo una relación estable con nadie.
Se había conocido con Pedro en una exposición de Gauguin en la embajada de su país y desde que se conocieron entablaron una estrecha amistad, respaldada en la recíproca complicidad de sus preferencias sexuales, que a pesar de no haberlas explicitado mutuamente fueron evidentes.
En pocos meses se convirtieron en grandes amigos y era común verlos en eventos culturales, artísticos o deportivos y su amistad se afianzó en la medida en que se servían el uno al otro de paño de lágrimas en sus decepciones sentimentales. Lo que nadie sospechaba al verlos juntos es que con el tiempo se convertirían en una pareja heterosexual de homosexuales.
A Pedro le gustaban los hombres fuertes y rudos y sin darse cuenta en qué momento, comenzó a atraerlo lo que de esa imagen masculina reflejaba Susel, cuando asumía posiciones inflexibles y enérgicas.
Le gustaba mucho escucharla hablar con su voz varonil y al principio sin entender por qué razón, todos los días quería estar en su compañía y empezó a frecuentarla a diario. Poco a poco la parte femenina de Pedro se fue enamorando de la parte masculina de Susel y aunque por algún tiempo se negó a aceptarlo, lo guardó en absoluto secreto, sintiendo que era una aberración que estuviera siendo atraído por una mujer, aunque fuera de su faceta varonil. Lo curioso fue que en Susel casi simultáneamente empezó un proceso similar. Comenzó disfrutando mucho de la compañía de su amigo Pedro y poco a poco la fue cautivando su suavidad y dulzura.
Era muy tierno y sensible y en un lento proceso se fue haciendo indispensable para ella, quien también se resistía a aceptar que pudiera sentirse atraída por un hombre, aunque fuera de su parte femenina.
Un día Pedro llegó a visitarla con una gran ansiedad porque había tenido una fuerte discusión con una ex pareja. Estaba muy dolido porque lo había insultado con expresiones ofensivas enfrente de otros pintores en una galería y no pudo contener el llanto. Susel lo abrazó con energía y trató de consolarlo mientras le secaba las lágrimas con sus manos. Así estuvieron por un rato, mientras ella le hablaba para animarlo hasta un momento en el que coincidieron sus miradas y sin ninguno de los dos poderlo evitar se besaron. En principio fue un beso tímido, casi inocente pero que terminó apasionadamente.
Los dos sufrieron una crisis de identidad que los llevó a separase por unos días y a rechazar lo que estaban sintiendo, pero el amor fue más fuerte que los prejuicios y decidieron reunirse para discutirlo.
Después de una larga conversación asumieron que no había ninguna aberración en que estuvieran enamorados, que ellos menos que nadie podían hablar de relaciones aberrantes ya que se consideraban personas de mentalidad amplia y que era perfectamente «normal» que se sintieran atraídos el uno por el otro, aunque hubiera algo retorcido en aquella relación entre un homosexual y una lesbiana.
Con el tiempo se convirtieron en una pareja feliz y todo podría haber terminado como en una novela rosa, a no ser porque nunca pudieron tener una relación sexual totalmente satisfactoria, porque en la intimidad Pedro asumía una actitud pasiva, mientras que Susel una activa y lo que cada uno de ellos íntimamente quería hacer solo era posible si viviera en el cuerpo del otro.

Texto agregado el 24-12-2012, y leído por 221 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-01-2013 Estupenda historia de una relación homosexual desde otro ángulo. Muy bueno. elpinero
 
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