Señora, debo decirle que estoy irremediablemente perdido por usted (en usted), y que mis vanas ilusiones han encontrado por fin su estancia, he encontrado mi hogar en sus ojos. Debo decirle que cuando la miro no es solo por mirarla (aunque si un poco por admirarla) sino mas bien por comprenderla y comprenderme, que en su mirada me encuentro a mi mismo – su mirada me desnuda y me describe –, mis ojos no buscan su carne, solo buscan la eternidad a su lado, y me pierdo en ese deseo.

Tres años después de verla sigo completamente enamorado de todo lo que a usted respecta. A su lado el tiempo pierde el sentido y solo cinco minutos me bastan para imaginar una vida juntos.

Espero no incomodarla con estas palabras tan directas, y más aun sin haberle aclarado mis intenciones a sus padres. Pero no soy capaz de callarlas, necesito decirle todos los días por el resto de mis días que la amo y aunque aún no tengo un anillo para ofrecerle eso no hace menos ciertas mis intenciones.

Contare los días y los segundos que dure en mi soledad hasta poder volver a verla y volver a encontrarme, pues mi alma sin usted es vacía.

Siempre suyo
Sebastian