VIUDA NEGRA
En el barrio ya tenía mala fama. La apodamos “ Viuda negra” después que tres de sus amantes que conocíamos habían desaparecido de nuestra vista tras una cita con ella, sin dejar rastros. Uno de ellos fue mi mejor amigo, nunca más lo volví a ver. Se decía que era muy difícil pasar cerca sin caer en las redes de su fatal seducción. .. Aunque por mucho tiempo trataba de evitar cualquier encuentro casual, no se me quitaba de la cabeza que en algún momento esto pudiera suceder, y que debía estar preparado para ello... Arriesgaría mi vida si se presentaba esa oportunidad, y la aprovecharía al máximo tratando de no morir en el intento. Todo un desafío, pero tenía un plan. Y aunque mis amigos calladamente no apostaban nada por mí, aunque no me creyeran capaz de que yo pudiera darle el escarmiento merecido, finalmente les demostraría que con una sola cita con ella me bastaría...
Cuando inexorablemente los vientos del destino me llevaron a su lado, Ese día, realmente noté la extraña sensación del ferviente deseo que ella provocaba, casi incontenible... Fue Porque después de una intensa jornada de lujuria y morboso placer, logré que por último ella quedara extenuada y casi dormida. Mientras que yo a su lado recuperaba fuerzas y repasaba sin pérdida de tiempo y concentración los próximos pasos a seguir de mi plan secreto. Así, parsimoniosamente, entre renovadas caricias y arrumacos, y como si fuera parte de inofensivo juego sexual sadomasoquista, fui envolviendo su relajado cuerpo en la adherente seda de sus sábanas húmedas. Sin que ella lo percibiera, había quedado completamente inmovilizada dentro de ese asfixiante capullo. Sólo me faltaba esperar el desenlace. En un momento me quedé observando su desesperado intento por zafar de esa opresión, y cómo, poco a poco, mermaban sus ya disminuidas fuerzas, y se aquietaban sus movimientos. Cuando su respiración también cesó, todo terminó para ella y para mí. Quedó inerte, desnuda pero como vestida de blanco sobre su blando y extendido lecho mortal...
Sabiendo que mis amigos no creerían este dramático final de mi hazaña, preferí borrar mis huellas y dejar que pareciese un accidente prematuro. Y me alejé de la escena del crimen con la tranquilidad de conciencia de que se había hecho justicia. . Y me quedé esperando ahora a que llegaran ellos, seguramente a burlarse de mí... Allí, en el rincón opuesto del mismo cuarto. En mi rincón, naturalmente relajado, con las piernas recogidas y cabeza abajo, pendiendo solo de la moldura del cielo raso. Liviano y aliviado. Así como era, y como me sentía; Seguramente todavía un insignificante, un imberbe para los míos, pero una rareza, un intrépido y valiente arácnido para la nueva edición del “Animal Planet”.
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