CUENTO DE NAVIDAD
.-Voy a calentar el caldo. Dijo hablando sola.
Miró el jergón donde yacía su marido enfermo en el otro lado de la sala, de la única sala de la casa.
Mientras ponía el cazo en el fuego miró por la ventana y el resplandor de la nieve en la huerta le hizo entornar los ojos.
.- La que ha caído esta noche – pensó. El camino hacia el pueblo lo cubrían dos palmos de nieve inmaculada.
.- Aún no ha pasado nadie, ni saliendo ni entrando del pueblo. Pocos saldrán hoy de sus casas con esta nevada.
Llenó el tazón de caldo y le añadió unos trocitos de pan seco.
.-Despierta, dormilón, que ya es de día.
Nestor abrió los ojos perezosamente y su cara mostró un atisbo de sonrisa.
Ella se sentó en el borde del catre y le mostró el tazón envuelto en un paño.
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Gran ciudad.
Una gran masa de gente portando pancartas que gritan a coro pareados en protesta, llena una de las avenidas principales.
Nestor es uno de los mil empleados despedidos de la gran fábrica. Treintaicinco años, soltero, compañero de una joven de treinta que camina junto a él , ya afónica, sopla un pito ruidoso al ritmo de los demás compañeros.
El trayecto finaliza en la gran plaza.
Furgones policiales. Barreras de agentes antidisturbios blandiendo sus porras y rifles de pelotas de goma. A una orden electrónica en los audífonos arremeten contra los manifestantes.
Gritos, peleas, lanzamiento de objetos contra la policía, vergazos, disparos. Momentos trágicos de heridos y ambulancias plañideras.
Una hora más tarde se despeja la plaza de manifestantes quedando sobre el asfalto los restos de la batalla y la policía dueña de la situación.
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El viejo enfermo se arrebujó entre las mantas con el estómago caliente por el sabroso caldo con sopas.
La mujer echa un par de leños a la estufa.
Prepara en un cuenco la comida de las gallinas y sale al corral, se arremolinan junto a ella, bajo el cobertizo, con un cacareo impertinente.
Un viejo Ford llega despacio hasta el frente de la casa. De él bajan dos jóvenes, agarran sendos bolsones, atraviesan la pequeña huerta y, empujando la puerta, entran en la casa.
.-¡Padre!
Néstor se da vuelta en la cama, ve a su hijo, la emoción sólo le permite exclamar quedamente: “Hijo”.
La madre entra del corral y en su cara estalla la alegría al volver a ver a su hijo, y acompañado por una mujer.
Hacía mucho que aquella sala no contenía tanta emoción y felicidad.
.- Prepararé un pollo al chilindrón para esta noche, ¡que es Nochebuena!
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.- Padres, Lucía y yo habíamos pensado si a vosotros os vendría bien que durmiéramos en el granero y nos quedásemos a vivir con vosotros.
.- Trabajaremos la huerta y criaremos más gallinas y algunas cabras, con su leche haremos queso, que podremos vender y también trabajaré jornales para los ricos del pueblo.
.- ¿Qué os parece?
.- Anda, pues claro que si, que nos parece muy bien, pero comer que este pollo está divino.
.- Carmela, esta es la mejor Navidad en muchos años, a que sí? Y sentenció la frase con un buen trago de vino.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!
Valencia, 23/12/2012
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