Levanto el velo de mi soledad para que entres en mi morada,
para colmarte de besos y caricias, para llenar tu camino de rosas
y empaparte de tanta vida… y de mis locuras que no tienen fin.
Para crecer y morir juntos en el fondo del mar… algún día.

Entro y salgo de la oscuridad como el ratón de su cueva.
Sale y picotea el queso, pero cuando llega el amo a casa,
se esconde cobardemente sin dar la cara.

Llamo a la puerta del olvido, amigo.
El escondite de mi alma, la malicia, la venganza y el odio atroz.
Son vahídos que me llevan a la desventura de la vida misma.
La mezcla de los pastizales, los colores del taller, el olor a café
y la malta caliente que quema mis labios.
La locura que ronda y me hace cosquillas…