miraba el entorno que me rodeaba... máquinas, personas vestida de blanco, clientes entrando y saliendo... me preguntaba el cómo había llegado a estas circunstancias... jamás estuve tras el dinero, poder... siempre quise una cosa... la respuesta a mi pequeña soledad... pasé por caminos apasionados, entré en espacios llenos de colores y explosiones de alegría... me embriagué de tantas cosas, como la pasión, la gloria, el éxtasis... pero, pasa el tiempo y por mis solitarias noches escucho la misma pregunta... ¿y ahora que?...
quise ser santo, un gladiador, un líder... me río de aquellos tiempos... miro mis manos, ya gastadas y llenas de huellas del tiempo... ¿qué es lo que quiero?... mi cabeza quiere alzar su voz, pero, ya no le escucho o no le doy mucha importancia... le he seguido por muchos años y siempre he terminado por las noches en una cama, solo y con la misma pregunta...
y en estos tiempos en donde el mundo se acaba y la gente que amo se ha ido, queda todo el espacio para mí... toda la soledad para mí... y siento que ese es mi lugar... mi templo sin paredes ni formas... allí espero, cierro los ojos, siento los latidos de mi alma y espero el encuentro con la respuesta a mi solitaria pregunta...
nada al principio, nada, tan solo el silencio y toda la soledad de esta vida... luego, escucho bellas melodías... me pregunto si es Bach... no, escucho una voz que brota dentro de mí... susurra... trato de entender pero no puedo... luego, siento que algo húmedo toca mi ser... siento que estoy sobre una balsa, sobre unas aguas oscuras pero, como yo, solitarias y vivas... me pregunto si me debo dejar ir con ella... de pronto todo mi ser tiembla... el temor, el temor, el temor a perderme para siempre sobre aquellas aguas... no puedo me digo... y luego, vuelvo a mis carnes...
estaba por cruzar al lado de algo sin nombre cuando las uñas del temor me cogió... ¿y ahora que?... vuelvo a escucharme...
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