¡Ay, iPhone, ay!
Hay iPhones antipáticos, elitistas, arrogantes, autosuficiente, escandalosamente inteligentes. Los hay, por el contrario, tímidos, solitarios por naturaleza, siempre olvidados en cualquier sitio de la casa, abandonados, sin batería, desconchados, que dan pena, casi agónicos. Hay iPhones todoterreno, sumergibles, serios, simpáticos, tuneados. Pero los que más me gustan son esos iPhones un poco mimosos y un poco rijosos. Esos iPhones tienes que estar acariciándolos todo el día, como si fueran un gato, darles besitos y procurar que descansen mullidos y despatarrados bajo los generosos senos nutricios de sus propietarias, como es el caso que nos ocupa.
Juan Yanes |