Los miembros del clan de la Familia Crapulone estaban reunidos en el encuentro semanal que siempre llevaban a cabo. Tom Jayden, el abogado y representante legal del grupo, tomó la palabra y dijo:
- La profesora Laura Mariños se ha convertido en un auténtico problema para nuestros planes. Ya no es una amenaza inofensiva, es un obstáculo real para los objetivos que debemos llevar a cabo.
Don Vito intervino, con su habitual serenidad, hablando en forma tranquila y prudente, dando consejos que son concluyentes:
- Debe ser eliminada. Pero que no parezca un accidente, que sirva como ejemplo y escarmiento para otros “obstáculos” que podamos encontrar en el futuro.
Sonny Crapulone, hijo de don Vito, fue el siguiente en tomar la palabra:
- Que la elimine alguien que no sea de la Familia, entonces. Podemos contrata a alguien que sepa hacer muy bien su trabajo.
Charley Pastrana, aunque no era hijo ni sobrino de don Crapulone, siempre había demostrado una gran lealtad y era miembro prominente de la familia, dijo entonces:
- Conozco la persona ideal, el mejor asesino a sueldo que tenemos para este trabajo.
- ¿A quien te referís? – dijo don Crapulone.
- A Carlos Eisler, lleva una doble vida, por un lado es un modelo, top model, de una de las agencias más conocidas, por otro lado es un asesino a sueldo, especializado en matar mujeres, solo asesina mujeres, nada más, eso sí, no asesina menores de edad, ni jubiladas, embarazadas o discapacitadas.
- Entonces puede asesinar a la profesora Mariños – acotó Sonny – no es menor, jubilada, embarazada ni discapacitada.
- Ha trabajado para otras familias, pero no habrá problemas, solo le interesa cobrar bien, muy bien, usa esta frase “dime quien me paga y te dire para quien mato”- acotó Charley.
- Entonces cuanto antes debemos ponenos en contacto con este muchacho... ¿Cómo dijiste que se llamaba? – dijo Jayden.
- Carlos – contestó Charley – su nombre es Carlos Eisler.
- Paguen lo que quiera, siempre que sea una suma razonable, por supuesto – dijo Don Crapulone.
- Me olvide de algo, es importante – acotó Charley – este asesino a sueldo que vamos a contratar, Carlos, es un “Queson”.
- ¿Queson? – preguntó sorprendido Sonny.
- Sí, un Queson, a cada mujer que asesina le tira un Queso. Es un sello distintivo. O sea que sí acepta asesinar a la profesora Mariño le tirará un Queso... – aclaró Charley.
- Oí hablar de los Quesones, es una secta de asesinos de mujeres, ¿No? Han cometido cientos de crímenes, quizás miles – dijo Jayden – entonces no hay duda, es el asesino que necesitamos.
- Yo lo único que quiero – dijo don Crapulone para dar por terminada la reunión – es que ese obstáculo denominado “profesora Mariños” desaparezca, con Queso o sin Queso.
- Así será, don Crapulone – volvió a intervenir Jayden – y será con Queso...
Apenas un par de días después, pasadas las diez de la noche, la profesora Mariños salía de la Universidad como solía hacerlo y llegó al estacionamiento para tomar su auto. Hacía mucho frío. Estaba abriendo la puerta del coche cuando de repente, como salido de la nada, apareció un hombre frente a ella. Era un hombre joven, de menos de treinta años, vestido con un traje negro, pulóver gris oscuro, camisa y corbata negra, todo oscuro, muy elegante. Era muy alto y patón, debería usar un zapato talle cuarenta y cuatro o cuarenta y cinco. De rostro bien parecido, sus manos estaban enfundadas con guantes negros y sostenía una pistola. Era una del modelo Beretta con silenciador. Se trataba de Carlos Eisler. El joven apuntaba hacia la mujer y le dijo:
- Buenas noches, profesora Mariños.
A continuación disparó el primer balazo, que impactó en la frente de la mujer, y pronunció en voz alta:
- Queso.
Realizó un segundo disparo que dio en el cuello de la mujer, que se estaba desplomando sobre el auto, y mientras lo hacía, el asesino pronunció en voz alta:
- Queso.
Carlos entonces efectuó un tercer disparo, esta vez directo al pecho de la mujer, y al hacerlo dijo en voz alta:
- Queso.
El asesino efectuó un cuarto disparo, hacia el estomago de su víctima, y otra vez dijo en voz alta:
- Queso.
El cadáver de la mujer estaba ya desplomado en el piso, de todas formas, Carlos efectuó un quinto disparo, diciendo en voz alta:
- Queso.
No era necesario un sexto disparo, pero Carlos lo hizo de todas formas, y al hacerlo, volvió a decir en voz alta:
- Queso.
Carlos ya había cumplido su trabajo. Sin embargo, faltaba un detalle, de un paquete que tenía en el costado, sacó un Queso, era un Queso de forma esférica, con agujeros, de cáscara roja, lo agarró y lo tiró sobre el cadáver de su víctima, diciendo en voz alta:
- Queso.
Y entonces, con la misma impunidad con que había llegado, Carlos abandono la escena del crimen.
Al día siguiente, la familia Crapulone volvió a reunirse, don Vito manifestó:
- El asesino que contratamos, Carlos Eisler, ha cometido un excelente trabajo. Lo tendremos en cuenta para futuras misiones cuando de una mujer se trate, claro. Te felicito, Charley, tu contacto resultó un éxito.
- Gracias, Don Vito – manifestó Charley, conforme con el resultado positivo de su recomendación.
Algunos meses después, dos jóvenes, un hombre y una mujer entraban a un departamento. Hacía poco que se conocían, pero tanto como otro deseaban tener sexo y aquella era una buena ocasión. El joven, alto y muy bien vestido, tras entrar al departamento se detuvo en una de las fotos que estaban sobre un mueble. Creyó reconocer a la mujer que estaba en un retrato. La chica se dio cuenta y le preguntó al joven:
- ¿Ocurre algo Carlos?
- Esta mujer, Mariela, creo conocerla – respondió Carlos.
- Sí - contestó la chica con un dejo de tristeza – era mi madre, la profesora Mariños, murió hace unos meses...
- Lo siento – contestó Carlos al darse cuenta que había reconocido a una de las mujeres que había asesinado – creo que fue profesora en la Universidad.
- Puede ser – acotó la chica que al parecer no deseaba hablar mucho del tema.
Carlos entonces fue al baño con la valija que había llevado. Al entrar, se puso los guantes negros, abrió la valija y sacó de la misma un puñal, murmuró en voz alta:
- No tengo alternativa, debo asesinarla.
Carlos entonces salió del baño sosteniendo el puñal en sus manos a la vez que le escondía detrás de su espalda. Se acercó a la chica, la abrazó y entonces le clavó el puñal en el estomago. La herida fue muy profunda, Carlos le asestó una segunda puñalada en el pecho y una tercera en el cuello. No fueron suficientes otras puñaladas, la chica cayó muerta. Carlos entonces contempló a su víctima, muerta en el piso y dijo:
- Lo siento, pero no me quedo otra alternativa.
Sacó entonces un Queso de sus pertenencias, lo tiró sobre su víctima, y abandonó el departamento tras decir en voz alta:
- Queso. |