Fatigoso del aire,
en el silencio de la vida cantina
he sujetado las miradas
sin tener espacio en la mía.

He sufrido el sol que clama
como momento en quema de cuadra,
en tesón que cuando comulga,
razón de gotas de agua,

en su roce con el suelo,
rebotan matando hormiga,
en final de cuentos de hadas.

Son las marchas de perros
que sin perder de vista
arrollan el peso,
de un triste atardecer
asistiendo a los sucesos.

Son veteranos arroyos
de mismas piedras
que aguantan año tras año
grietas ajenas.

Es el mar,
en composición de sal,
a usanza del viejo
que no pudo enseñar.

ahogo mezclado
de vida cantina
donde algunos hablan
destripando sillas.