Inicio / Cuenteros Locales / sally40 / Zapatos ajenos ( o la conciencia intranquila)
ELLA, fumando nerviosa mientras lo espera en un bar.
“Todavía no puedo creer que me haya hecho ésto. ¡Siento una impotencia, no sé qué hacer! Haga lo que haga no voy a quedar bien parada. ¿Para qué lo llamé? Hubiera dejado todo así. ¿Es que no me basta con haberlo descubierto? No. Tengo que decírselo. Se creerá más inteligente si supone que se salió con la suya. No lo puedo permitir.
¡Nunca pensé que me pasaría a mí! O a él. Creí ser la más inteligente de los dos. Pero no, hasta que no me pasó a mí, no supe que a él ya le había pasado. Solamente pude reconocer las huellas que fue dejando después de haberme calzado sus zapatos. Detalles imperceptibles para el que nunca anduvo ese camino… Estoy atada a lo que hice y a lo que sé. Ahora está por llegar y todavía no me decido. Me consumen las ganas de exponerlo aunque no tengo nada que ganar… ¿Pero si no es tan estúpido y está esperando que yo hable primero para echarme en cara lo que hice?”
ÉL, pensando mientras va a encontrarse con ELLA.
“Para mí que sabe. Si no, para qué me va a invitar a encontrarnos en un bar. Hubiéramos hablado en la empresa como siempre. Algo pasa. ¡Pero si será caradura! Si me acusa le voy a decir que sé lo que hizo ella. ¿Qué cómo lo sé? Reconozco que si no me hubiera pasado lo mismo a mí antes, no me habría dado cuenta. Raro como salieron las cosas. ¿Qué hago ahora? No, no puedo acusarla sin delatarme. Es inteligente, me va a hacer caer. A otra le podría negar todo. Pero a ella… Además si ya lo sabe, qué le voy a negar. Y si acepto mi culpa… No… No hay salida … Aunque a lo mejor no es tan inteligente como parece… ”
ÉL llega. ELLA le sonríe. La charla es casual pero forzada. Los dos disimulan bien pero están alertas, a la defensiva. Se van terminando el café entre comentarios sin importancia y chismes de oficina. La incomodidad va desapareciendo. El tiempo pasa rápido y al final los dos se sienten seguros.
ELLA se despide resignada – ¡Te veo el lunes!
ÉL se despide confiado - ¡Por supuesto!
ÉL piensa “Qué tarado soy, casi le digo todo…menos mal que lo único que quería era verme lejos del trabajo. Jajaja, no es tan inteligente como yo pensaba”
ELLA se queda sola en el bar, pensando.
“Menos mal que no le dije nada. Es tan estúpido como creía. A veces quisiera ser menos inteligente ¿Este será el castigo por mi soberbia? ¡Y por no tener la conciencia tranquila! Mejor sería no haber descubierto nada. Hoy andaría más ¿feliz? No sé si feliz, pero preferiría no saber lo que es andar con zapatos ajenos.”
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Texto agregado el 16-12-2012, y leído por 269
visitantes. (4 votos)
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Lectores Opinan |
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25-08-2013 |
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Una completa farsa, como muchas relaciones. Me gustó. darkzombie |
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17-12-2012 |
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¡El uno para el otro!
Ni más ni menos. Debería titularse el fiel de la balanza- Perdón, es solo una opinión como comentario al contenido. Saludos felipeargenti |
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16-12-2012 |
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Buen cuento. elbritish |
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16-12-2012 |
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Dos monólogos iniciales y dos componiendo el remate, enlazados por un breve relato: original y muy bien llevado. Lo mejor que me puede ofrecer un texto es atraparme, y éste lo hizo. iwan-al-tarsh |
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