El cerebro del bebé, ya desde el seno materno, es una esponja, aprende continuamente todo lo que percibe con sus sentidos, con unos más que con otros, es un libro en blanco inmenso, y sus páginas se van llenando con una intensidad y velocidad mayores a las de un adulto; estas páginas serán básicas para el futuro desarrollo de su personalidad, sumadas al aporte genético y al aprendizaje, estudios y experiencias que sucedan en su vida, así como el entorno familiar, comunal o selvático, en el que crezca.
Luego, la idea tan extendida de que un niño de uno, dos o tres años, por definir una fase de edad, es solo un proyecto y cuenta menos que una vida adulta, creo que es totalmente errónea, los bebés, los “proyectos”, son seres Humanos; en una época de animales de compañía elitistas con peluquería, campañas feroces en defensa del toro de lidia, el zorro, etc.,;la vida de un humano totalmente indefenso solo se considera una elección, una mera cuestión de tiempo, una mascota a la carta.
Quiero un hijo con ojos azules o que se me parezca, para que, algún día, pueda realizar mis sueños, y yo, inocente, creer que soy yo quién lo a logrado.
Pobres espermatozoides que no se ganan el premio por ser más rápidos resistenten o mejores, pueden ser seleccionados por criterios caprichosos destinados a contentar a sus progenitores, sin tener en cuenta sus derechos y su árduo desempeño necesario para fecundar el óvulo.
En definitiva no se les da el rol ni de animales, son unos simples pececitos, renacuajos que podríamos pescar en una charca, "sin papeles", sin nombre, meros objetos destinados a complacer a quienes pueden ser sus padres o madres amantísimos, o no.
El hombre, desde tiempos inmemoriales ha querido mudar la naturaleza y siempre le ha salido el tiro por la culata.
Todo está escrito, solo hay que saber leer.
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