De gran importancia en la historia de los pueblos es asentar sus cimientos a la orilla de un rio, los conquistadores y el fundador de Lima don Francisco Pizarro, con esa idea situó esta ciudad de los reyes cerca del cauce del rio Rímac, años después de fundada la ciudad y en vista del constante aumento de la población y facilitar el camino a los viajeros que salían, el capitán don Jerónimo de Aliaga expuso ante el Rey de España en un elocuente documento, la necesidad de construir un puente sobre el rio Rímac en esta noble ciudad, obra que sería de gran importancia y de beneficio público, por los problemas que se presentaban durante la estación en que el rio aumentaba su caudal.
Atendiendo el Rey la justa solicitud del capitán Aliaga, dispuso que salieran de las arcas reales 17,000 pesos y en caso de no ser suficiente se impusiese una contribución a los habitantes, con este dinero se levanto en 1554 un puente de madera, obra de mucho merito pero que no llego a durar ya que en la época del segundo Márquez de Cañete, don Andrés Hurtado de Mendoza señor de vasallos y montero mayor del Rey, edifico una nueva construcción de piedra y ladrillos, que también fue destruida por la fuerte corriente del rio hablador que derribo un estribo y 2 de sus arcos.
En 1608 reinaba España su majestad el Rey don Felipe III, siendo su representante en este nuevo mundo el virrey don Juan de Mendoza y Luna, III Márquez de montes claros y se dio comienzo a la obra del sólido y hermoso puente de piedra, que en ese tiempo unía el entonces llamado arrabal de san Lázaro con la parte central de la población (ahora lo conocemos como el jirón Trujillo con la plaza de armas) su construcción duro 2 años se termino en 1610, para la atención a este fuerte gasto que demando esta obra se mando prorrogar y fijar el nuevo impuesto de la sisa, ramo que dio 180,000 pesos, el costo total con los tajamares y el gran arco que daba la entrada fue de 700,000 pesos, todo esto figuraba en una inscripción grabada en piedra incrustada en 2 torrecillas.
El arco que se construyo era de ladrillos y de construcción solida y resistente, tenia 30 codos de elevación y la parte baja era de piedra cortada, este puente fue en tiempos de la colonia el lugar de reunión de lo más granado de la aristocracia limeña, sobre todo en las noches de verano en que las más conocidas familias improvisaban animadas charlas gozando de la briza, a cuyo conjuro germinaban romances de ensueño, entre los caballeros de amplia capa y tizona al cinto con las menudas limeñas tan finas como filigranas.
El año de 1738 con gran celebración fue colocada la estatua ecuestre de Felipe V, sobre el marco del puente obra del escultor Baltasar Gavilán, que al decir de la crítica de entonces era una obra de gran merito, en la parte inferior de la estatua y en un bello nicho estaba la imagen de nuestra señora de Belén, esta obra artística fue destruida por el gran terremoto de 1746.
En la reparación que se hizo posteriormente se puso en el lugar de la estatua caída, la estatua del tiempo y en el nicho de la virgen el antiguo reloj de la torre de san Pedro, en cuyas esferas se leía inscritas con letras de oro las palabras Dios y el Rey, este reloj tenía 2 cuadrantes de cristal que mediante una lámpara que se encendía en las noches permitía ver en cualquier momento las horas por ambos lados del arco, la inscripción Dios y el Rey fue borrada en los días de la republica y fue sustituida por Dios y la Patria.
El año 1883 se hizo una gran refacción en la parte superior del puente que aumento en belleza y comodidad, se compuso el empedrado arreglando ambas veredas con lozas de pizarra, poniendo en los bordes cadenas sostenidas por cañones de fierro que impedían la entrada de las bestias de carga, con el paso del tiempo no cambio casi nada el puente que durante muchos años fue uno de los motivos ornamentales más preciados de la vieja Lima, sus muros de piedra en forma de torreón y fortaleza sigue incólume contra los embates del tiempo y la naturaleza, las cadenas que resguardaban las veredas apoyadas en cañones que a manera de celosos cancerberos impedían el ingreso de los animales fueron suprimidos hace ya bastantes años, los arcos, semicírculos, estatuas de reyes y vírgenes, todo el escenario romántico de la etapa colonial ha pasado al mundo de la fabula, en el que se enseñorea la gracia y donaire de la frágil tapada, el puente quedara quien sabe por cuantos años más, como la muda reliquia de un pasado noble y altivo.
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