Duéleme esta tarde una confesión llegada a destiempo,
Son como los días que anuncian desde lejos la lluvia y no llega,
Como el esperar en un anden a un ser amado que demora y demora.
Cómo lograr la sabiduría de ajustar nuestro tiempo al Tiempo,
Cómo obtener antes que los años nos revelen la verdad una respuesta.
Mi espíritu toca esta tarde el cielo y pregunta, y solo me llega la sombra de un abismo,
La palabra va, el verso va lanzado como una flecha que cruza el espacio azul de un desconsuelo.
Mi mano toco la yerba, el musgo de una calle vacía y no llegas,
Dónde estas ángel mío, ángel de mi consuelo, de mi soledad.
Y la niebla barre el mar y la playa luce solitaria y las promesas se acaban.
Dame Señor la certidumbre de un instante, la verdad de una revelación
Para no seguir con la incertidumbre y la duda que atormenta.
A veces toda esta poesía es solo una mano vacía que se extiende
Para pedir un mendrugo de amor y simplemente queda vacía.
Y la incógnita de una huella y la casa vacía es todo lo que queda
De una vida, de un trajinar en tierras extrañas.
Y solo queda la voz, la voz callada y el viento que sopla y resopla.
Y Dios mío, no hay respuesta, solo calles vacías y el viento barriéndolas.