Tengo una ardilla que llama por teléfono. El resto del tiempo se la pasa mandándome mensajes cuyo objetivo es llevarme a cierto patio trasero con vista espectacular en cierto pueblo cuyo nombre da miedo. Me vendría a buscar en auto, ya mismo, dice, para tomar mates en unas reposeras, con galletas y una radio.
No entiende de escrúpulos femeninos y se ha cansado de tipear invitaciones fallidas. Esto del internet se le hace una tontería, describe dos extremos: las que sólo quieren sexo y las que sólo quieren hablar. Dice que así no se puede pactar una cita para conocerse. Yo le digo que se observe desde ellas diciendo hola, perfecto desconocido, te paso a buscar en mi auto.
La ardilla hace un montón de preguntas juntas, me da tiempo apenas para responder un cuarto de ellas y cuando quiero darme cuenta me está pegando fotos en la ventana del messenger. Es esa clase de obsequio extorsivo: Dale, pegame alguna tuya.
Vos tenés que elegir las que desean sólo hablar, le aconsejo, y adentrarte más en la charla antes de lanzarte, que das miedo, hombre. Mientras tecleo esto crece una parrafada de color azul, que es su letra, y sigue. Pará, ardilla, digo, pará, dejame leer.
Su texto es catastrófico, pasa de una pregunta a otra creyendo que no contestaré. Hace bromas en medio de cosas serias y al final no se comprende qué va en serio y qué no, qué es ironía y qué literal. Dice que lo he inhibido. Ya me inhibiste, sos muy linda, ahora me quedo callado. Imposible, no deja de tipear. Me inhibiste, me quedo callado. Duele la cabeza leerlo, como cuando se lee ROJO escrito en blanco o AMARILLO en rojo, él dice ME QUEDO CALLADO, y no para de decirlo.
De mal pensada tengo mucha cautela, así que indago si ha tomado algo. Me dice que mates, que me viene a preparar unos a casa, que en qué parte de este pueblo vecino estoy. De pronto me vuelvo muy ignorante: No sé, no sé.
Me dice que no entiende los obstáculos ni los peros. Que él está solo en su casa, que yo también estoy sola en la mía y que estamos bien cerca. Que sólo a tomar mates y a charlar un rato, que es mejor que estar frente a la computadora tipeando. Y la razón la tiene, pero de nervioso se le ve todo y de desconocido el cien por cien, y si todas hiciéramos esto con todos se elevaría el porcentaje de mujeres extraviadas.
Me adjunta otra foto y se califica de horrible, qué le voy a dar bola yo tan linda, piensa. Estrategia trillada, para que vaya yo a decirle Ay, hombre, que no sos feo, sos lindo. Tiene una perra que se llama Jade, mezcla presunta de terrier con alguna cosa orejuda.
Y que vamos a un lugar público en taxi si es preciso, que él deja el auto al frente de casa. Por si soy un violador y no me di cuenta, dice. Me duele la cintura, digo, y no miento, a menos que cargue la reposera y no queda bonito ir de reposera a un resto.
No entré a esa página buscando nada más que pasar el rato. A ver, que soy una especie de nona de treinta y un años y he dado con una ardilla pragmática con baja autoestima, recientemente abandonada.
De pronto, parece cansarse de mis excusas, que son objeciones coherentes, y me dice de plano: Bueno, basta, te voy a buscar en auto y te paseo por Salsipuedes, es bonito muy bonito. Ni siquieras necesitás bajarte.
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