No solo Diciembre es el último mes, sino que el mismo alberga las fiestas familiares más emotivas del año.
De por si, es un mes particular, un mes de reflexión sobre el año ido y los años anteriores transcurridos. Un mes para pensar en la vida y en la muerte.
Si a esto se le agrega que dicho mes contiene, para algunos, el aniversario de la partida de seres amados que no volveremos a ver y que también eran la razón de nuestras vidas, Diciembre toma cierta connotación de cierre, de duelo, de fin.
Es época de recuerdos, tristes y felices, y a veces estos últimos son los más dolorosos.
Es el fin de un ciclo, marcado por el reloj de la vida. Es saborear nuestra propia finitud, es morir un poco.
Felizmente, luego de pasar por el ojo de la aguja, adelante espera el renacer, una nueva vida. Para muchos aquí, para otros, más allá.
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