Víctor vive en plena cordillera de los Andes a unos 4000 metros de altura y al borde de la selva de tierra fría y de los páramos. Abundan en esos parajes los animales salvajes y muchos de ellos son apreciados por su carne. Digamos que para un friano, como se les llama a los campesinos de la zona, dos cosas son esenciales: una escopeta y un perro de cacería. Los perros de cacería no son labradores ni mastines de los Pirineos, son los perros que entrena Víctor y a él sólo le gustan los perros criollos que no tienen una sola raza sino todas al tiempo. Comen de todo, dice y en cambio los perros de raza fina o de línea sólo se pueden alimentar con concentrado y es caro y además casi siempre persiguen a las gallinas. Víctor es un raro espécimen porque vende perros y gatos entrenados por él para la cacería. Quien necesita un gato para coger ratones no compra un tartufo ni un persa va a donde Víctor y él le vende el preciso.
Víctor ha cazado un guatín y es con un propósito y es de darle una tremenda golpiza con él a un perro que desea que se vuelva especialista en cazar guatines. Si desea que aprenda a cazar armadillos o cusumbos hace lo mismo. Víctor no vende perros sino especializados y que se alimenten con comida casera y que no requieran vacunas ni profilaxis en los dientes. Mañana le pegará una golpiza a un gato joven para que se vuelva cazador de ratas. Es que tiene un encargo para dentro de quince días. Víctor es conocido en toda la cordillera y no vende sus animales baratos ya que, según él, son especializados y una especialización cuesta. O sino mire a los médicos……