Veintitrés de Enero
Aquella madrugada de frío y cansancio en los pies,
quedó grabada en oro para nuestro futuro
y empezó una vida nueva de pan y cebolla.
Hoy, once lunas han pasado y esa fecha estéril,
se balancea en mi cuello
tu nombre cincelado a fuego,
ya fue arrastrado por las primeras hojas caídas del otoño,
reflejo de mi sentir.
Nuestro anillo sigue junto a mi corazón roto,
pero tu promesa voló con tu nombre,
como paloma mensajera a su hogar terreno,
lejos del amor y el compromiso,
convirtiendo nuestro pacto de sangre,
en una serie de dígitos sin sentido…
Números que no dicen nada.
Mañana,
frotaré otra vez con agua salada y arena de mar,
buscando tu nombre,
en el círculo sin fin que atenaza mi cuello,
y algún día,
hermoso,
tornará a él,
para cerrar mi herida,
y comenzar de nuevo la vida maravillosa,
dulce Josiene.
Aguilagris |