BUENOS AMIGOS
Siempre fuimos amigos y no iba a dejarlo abandonado a su destino justo entonces, cuando el cruel tratamiento de su enfermedad lo mantenía postrado y dependía de Alicia más que nunca.
Advertía con toda claridad que necesitaba recibir la luz de sus ojos dorados, ahora apagada tras los velos de la preocupación y la tristeza y fue así como me decidí a descorrerlos.
La primera vez solo le quté los zapatos para darle un masaje en sus pies, que por cierto son delicados y bellos, aunque eso no me interesaba para nada, concentrado como estaba, de manera exclusiva, en el bienestar de Andrés. Me sentía como un billarista, preparando su taco para calcular un primer impacto, destinado a lograr la carambola: estaba reanimando a Alicia para que ella hiciera lo propio con él, y sentí que era bueno.
Ella lo disfrutó sin resistirse. Teníamos la suficiente confianza como para permitirnos un juego algo sensual y tampoco le iba a sorprender que, desde la alfombra, admirara sus pantorrillas y la parte de los muslos que iba descubriendo la falda al deslizarse sobre ellos, consciente como era de mi indisimulada admiración por su anatomía en general y sus extremidades inferiores en particular.
Distinta fue su reacción al día siguiente, cuando me dispuse a complementar el masaje besando con suavidad sus dedos, lo que despertó convencionalismos que sonaron en su interior cual una alarma, pero afortunadamente pude desactivarla empleando palabras adecuadas, como quien introduce el código correcto.
Es cierto que de allí en adelante se disparó unas cuantas veces más, como cuando las caricias y los besos llegaron a los muslos, cuando mis manos comenzaron a alabar la brevedad de su talle o cuando desprendieron por vez primera su sostén, por mencionar algunos ejemplos. Pero su sonido era cada vez más débil y yo seguía en posesión de la clave para acallarlo. Todo por Andrés, ella se iba relajando a medida que lo entendía.
Ahora soy yo quien se sienta en el sillón que Alicia ocupaba en los tiempos lejanos de los masajes (eso fue la semana pasada, pero lo siento como una eternidad) y ella, a horcajadas sobre mí, me regala el ritmo de su cuerpo desnudo. Su piel húmeda brilla en la penumbra pero aún no sé si logré encender la luz de sus ojos, porque los mantiene cerrados mientras dejo que sus caderas acaricien mis palmas en su rítmico vaivén, al tiempo que beso sus pechos gloriosos y nos percibo próximos al dulce abismo, en el que cae, una y otra vez, hasta que la acompaño y nos deslizamos juntos, apretados, los dos satisfechos de estar ayudando a Andrés.
Mi amigo se va recuperando, lo que atribuyo a la reaparecida luz de los ojos dorados.
Decidimos festejarlo y cuando llega la estoy esperando con sales francesas, espuma de orquídeas y aceites orientales, inundado el ambiente por la fragancia de esencias exóticas.
Andrés no se merece menos, y al comenzar a desnudarla compruebo con satisfacción que ella también ha pensado en él, homenajeándolo con una sutil lingerie.
Trasponemos todos los límites que nos habíamos impuesto, pero sin mucho esfuerzo la convenzo de que cualquier tribunal puede revocar su propio fallo y nuestras bocas, así liberadas del cepo, inventan un festival de sensaciones.
Hoy hemos decidido que no le contaremos todo lo que hacemos por él: las buenas acciones son doblemente meritorias si quedan en el anonimato, y encontramos que ésto también es bueno.
Es más, creo que cuando Andrés reciba su alta médica daremos continuidad al tratamiento, de manera preventiva. Los buenos amigos somos así.
POST SCRIPTUM
Había olvidado mencionar un episodio significativo:
Al tiempo en que nuestra vocación de samaritanos comenzaba a manifestarse con los primeros masajes, la hermana de Alicia, viéndola triste, me sugirió que podría "llevarla a bailar, una de estas noches, para que se distraiga, pobre"
- ¡Pero Clarita! ¿Cómo se te ocurre que podríamos irnos de joda mientras Andrés padece en la clínica?, le respondí indignado.
Parece mentira que existan personas a las que se les crucen semejantes ideas.
No quiero imaginar el disgusto del querido Andrés si se enterara.
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