Ella mide exactamente lo normal, no es dueña de una figura llamativa, pero su rostro es armónico, y su mirada profunda.
Se la reconoce por su simpático andar, ajena a la ciudad, sus recetas y esmóquines.
No es amiga de la rutina, las estructuras, los limites.
No le agrada el humo del cigarro, ni es amante del café.
No sabe caminar con tacos, ni llevar faldas cortas.
Es fóbica a las pastillas de menta, a las hormigas y al vómito.
La ansiedad y el impulso acompañan cada uno de sus pasos.
Quién sabe por qué, siempre desfila maquillando sus heridas con una sonrisa sin risa, que nadie percibe, que todos festejan, mientras ella devora su angustia como a una tableta de chocolate, procurando olvidar lo que la oprime al segundo siguiente…
Su vida transcurre en un ámbito normal, rodeada de rostros que a veces le resultan ajenos, aunque se sienta querida.
Entiende que muchos envidian su estilo, sin saber que, al finalizar el día, y en soledad todo se ve diferente….
Cuesta sacar el maquillaje de mujer fuerte, al que día a día, guarda en el picaporte de la puerta para no olvidar al día siguiente.
Descalza sus pies, recolecta galletas y se desploma en el sillón verde del hall de su casa, desatando un bostezo que se ahoga en una nariz arrugada, se suena los dedos para librar mentiras, y muerde el contorno de sus uñas porque ha descubierto q sus cutículas han crecido demasiado
Entonces, sucede….
Si da medio giro, destapando su ojo izquierdo con el pulgar, logra conectarse con el pasado q uela aturde, con el presente que la aburre…
Entonces clausura las puertas porque se siente herida, y sabe que en soledad no necesita empacharse de “chocolate amargo” y decide dejarse caer en su colchón , y sumisa entre sueños, pasa varias horas deshojando un racimo de “nada” y procura seguir dormida cuando despierte, prohibiendo a su parpado abrirse… Y como una inyección de Anodina procura que nadie descubra su dolor.
Resulta que siempre fue torpe para pensar en lo correcto, le agrada ver como sus lágrimas juegan a la guerra fría para brotar de su ojo derecho y pareciera que la excita ver su alma boicoteada por un mar de “¿por qué?” sin respuestas…
Tiene la excusa perfecta para cualquier error… “Solo es cuestión de TIEMPO”, se dice a si misma cuando algo la aqueja, depositando en él los malos ratos, y si el viento sopla, le pide al olvido que venga a su encuentro, y le acaricie el alma rota, a la que intenta coser desde hace rato.
Y así, medio en el aire, con solo la puntilla de sus pies descalzos en el piso, recorre la vida como si nada pasara…
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