La falacia naturalista
—¿Sabes lo que me dijo?
—No, ¿qué te dijo?
—Me dijo que había llegado a la conclusión de que nuestro problema era un problema estructural.
—No me digas, y tú ¿qué le dijiste?
—Yo le dije que estaba muy equivocado, que lo nuestro, en el mejor de los casos, era un problema procesual.
—Y él, ¿qué te respondió?
—Bueno, bueno, no te lo vas a creer. Me respondió que no había procesos sin estructuras, ni estructuras sin procesos, pero que en determinados casos estructuras y procesos… hasta que se hizo un lío.
—Y tú ¿qué le dijiste?
—Yo aproveché y le metí una carga de profundidad, le dije que ese tipo de argumentación formaba parte de la falacia naturalista.
—¡Jó! Y entonces él, ¿qué te dijo?
—No me dijo nada, se quedó tocado del ala —quizo esbozar una sonrisa pero le temblaron los múscuos de a cara— y sólo acertaba a decir, “No, no, la falacia naturalista, no”.
—Y tú, ¿qué le dijiste?
—¿Yo? Nada, me levanté y lo dejé plantado con dos pamos de narices… ¡Estructural, estructural!, ¿cuál era e problema estructural, imbécil?
JUAN YANES |