La tranquilidad que se experimenta al sentarse a la orilla del mar y perder la mirada en el horizonte, observar la belleza de sus olas, que jamas descansan de ir y venir.Y sin embargo atado a sus limites, no importa cuanto se estire hasta ahí llega.
Es un momento sublime de encuentros con el alma, diálogos internos para conocernos interiormente.
El mar es un Dios despierto, lleno de vida, cargado de energía positiva motivadora que regala sin esfuerzo al que nada en sus aguas, se moja en sus orillas lo mira sin temor,y siente reverencia por su grandeza.










Estar ahí en una puesta o salida del sol es maravilloso,se percibe la presencia de Dios en cada detalle, se esfuma el sonido de las voces, la presencia de la gente y solo estas tu, tu existencia tu comunión con la vida y te das cuenta eres parte del universo somos creados con la misma materia tanto el hombre como el mar y la tierra, los planetas.
Su hermano es el viento que se traslada ligero sin mas equipaje que su fuerza, que recorre desiertos montañas y mares, es como el polen que las abejas dispersan en el campo y lo impregnan todo dando vida en toda la tierra a la mas maravillosa creación de plantas frutos y flores; así es el viento lleva y trae el polvo de la vida en todo el universo nadie lo encarcela nada lo detiene y así de esa manera sin sentirlo nos convertimos en un todo gracias al viento y todo somos lo mismo polvo del viento o como dicen polvo de estrellas.