Tumbados en el camino Vi dos árboles al pasar. Les dije que no concibo, como no me pudiste amar. Los árboles no respondieron, al no oírme cuestionar. No insistí con mi pregunta e instintivamente seguí mi andar. Luego, en mi tenue y larga marcha, al viento dulcemente oí volar; no reiteré mi pregunta, pues yo sabía que me iba a contestar. Por la senda que caminaba, nuevamente he de andar, porque era mi noble conciencia, que no me supo contestar.
Texto agregado el 07-08-2004, y leído por 178 visitantes. (1 voto)