No hay nada peor que algo o alguien te impida hacer algo que uno quiere. Resulta muy frustrante no poder hacer una cosa que a uno le gusta. Como lo pasó a un guerrero hace mucho tiempo.

En esos tiempos las guerras estaban bastante presentes en la vida de los pueblos, había muchos ejércitos y muchos guerreros. Sin embargo, no había ninguno como él. El era un gran guerrero, luchador, con tanta fuerza que podía levantar una casa, grande como un elefante, entrenado desde los 10 años para combatir, rápido como un leopardo y tenía un excelente manejo de la espada. Amaba las guerras y batallas tanto como a su vida, siempre ponía toda su energía. Luchó contra todos los enemigos y ninguno logró vencerlo. Este guerrero llevaba una vida gloriosa llena de aventuras y la gente de su pueblo lo admiraba. Pero el tiempo pasó, los días, las semanas, los meses y los años. Este guerrero lleno de triunfos y logros se empezó a volver viejo. Así fue como una enfermedad se apropió de su cuerpo. Y por esta razón dejó de combatir, de entrenar y vivir aventuras.
Desesperado buscó algún tipo de cura. Fue a todos los doctores de los pueblos más cercanos. Todos le decían que estaba muy grabe y le quedaba muy poco tiempo de vida. Ningún doctor le dio la cura, nadie sabía como curarlo, cada vez estaba peor.
Un viejo y sabio amigo le dijo: “lo que necesitas esta en el bosque, hay una bruja, ella tendrá la cura pero tendrás que buscarla”.
El estaba tan desesperado y al ser esa la única respuesta que encontró fue al bosque.
El bosque era enorme tenia muchos árboles y podía tardar días en encontrarla. Pero igual confiando en su suerte se metió en el bosque. Pasaron días y días y ni rastros de la bruja. Llevaba 5 meses buscando y nada…
El guerrero nunca paró de buscarla y no se dio cuenta que su esperanza y su deseo de curarse y volver a las batallas era tan grande que no había muerto. Ese deseo lo mantuvo vivo por siempre.