RAZONES Y CAUSAS
Después de una muerte inexplicable y trágica, lo primero que hacen los parientes cercanos es buscar culpas y culpables.
Una razón de esto es bastante “razonable”, el conocer eventualmente la causa, da la pauta para evitar que suceda nuevamente a otra persona. Pero en la mayoría de los casos, no hay causa probable y mucho menos respuesta al imprescindible ¿porqué?
¿Porqué se murió si era tan joven? Respuestas probables: porque iba borracho, porque se durmió, porque se cayó, etc. Esto cuando “culpan” a la misma víctima, pero en otros casos, también sucede que culpan a otros, es que su mamá lo regañó, es que la novia lo abandonó, la culpa la tiene el papá por no educarlo y dejarlo ser un salvaje, etc. En estos casos, cuando el culpable es otro, siento hasta vergüenza y tristeza el tratar de cargarle este pesar, además de la pérdida, al aparente culpable y subrayo aparente, ya que al final no tuvo ninguna culpa demostrable, lo único que se logra es que los demás, con esto descarguen su propia impotencia al no encontrar una respuesta y mientras mataron a otra víctima inocente ya que es imposible que tenga alguna culpa, por más que traten de explicarlo de esta forma. Si se suicidó, la culpa (si se sigue buscando culpable) es del propio suicida y nunca de las causas que lo orillaron al suicidio.
Después de conocer un sin número de muertes súbitas y trágicas, he prescindido del porqué y también de la culpa. La persona está muerta y solo se muere una sola vez y por más terrible que parezca, el problema ya no es del muerto, sino de los vivos que tenemos que seguir lidiando en vida, ahora además, con la muerte que nos llegará también, algún día.
En vez de perder el tiempo buscando culpas y culpables, es mucho mejor recordar al difunto en su vida y en sus momentos felices, en sus espacios vitales y en sus creencias y ocurrencias. Es reír con él aunque ya no esté físicamente y recibir de la memoria, momentos y espacios únicos y compartidos. Esto es mucho más sano, más hermoso, mas liberal y más sensible, que estar rememorando y re-deglutiendo la forma en la que murió y de cómo nos duele su pérdida.
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