En esa frase se expuso lo que Ana sentía por Javier, los días, las horas, los minutos contaban como granos de arena en su corazón que latía fuerte cuando estaban juntos, ¿Cómo ignorarlo? ¿Cómo odiarlo? ¿Cómo amarlo? ¿Cómo afrontarlo? Con esos pensamientos en la mente, caminaba Ana por las calles, pensando en el próximo encuentro, las próximas palabras y cómo sobreviviría.
Se miraba las manos y las tocaba recordando aquellas caricias que como garfios se ataban al corazón. Moriré pensó, mientras su sombra se dibujaba en las calles de piedra, Moriré, porque no puedo hacer nada con este sentimiento más que morir, para superar este dolor que no tiene cura humana. De pronto una silueta veloz cruzo frente a sus ojos, era un gato, que la miró con sus ojos verduscos y se acercó a ella con la cola apuntando al piso, Ana que no apreciaba a los felinos, se quedo fría sin saber qué hacer, correr o gritar, solo atino a mirarlo una vez más, el gato con un Miau lo dijo todo, y ella lo tomo en brazos y se lo llevó a casa.
-No sé cómo cuidarte - dijo Ana al gato, ¿cómo te llamaré? Javier le dijo su mente, y se rió pícaramente – Javier, que te parece, de esa manera de seguro te amaré y cuidaré de ti, así como lo haría con él – fue a su ropero color blanco y busco la pañoleta más suave que tenía, - Aquí esta, dijo con triunfo en el rostro - seda y terciopelo, para ti, Javier – tomo un hilo y aguja y se puso a coser mientras el reloj señalaba las doce de la noche.
Puntada a puntada hizo un corazón color turquesa, tomo aquella chompa que amaba y que usaba en los inviernos más crudos y sin pena la puso como relleno - ¿Qué te parece Javier, te gusta? Esta será tú cama – luego apago las luces, el gato inteligentemente se poso en el corazón y juntos durmieron.
Al día siguiente, Ana se hizo una cola en el pelo – Toma, Javier te daré leche para empezar bien el día – luego se puso las zapatillas, los audífonos y se fue a trotar – mientras sentía como calentaba todo su joven cuerpo, sentía el pesar de sus emociones, la soledad, el dolor en el pecho, no era por la sangre que entraba y salía de su corazón, sino la ausencia de cariño, la falta de aquel hombre que un día entro a su vida para destruirlo todo, y ella audazmente dijo – NO – en su mente de Ana repetía no, no, no, no, no, que como martillos en un yunque, hacían eco, pero no había ningún yunque, sino un corazón blando, tierno y mortal.
Cuando Ana llegó a casa, vio a Javier sentado esperándola, al verla se acercó cariñosamente y con un beso en la mano le dijo - tengo hambre -. Ana lo miró y pensó que el amor de ese ser era básico, pero real, no como lo que le ofrecía el otro Javier, que era falso, egoísta, mentiroso y sin nada para ella más que culpa. – Ven, te traje galletas y un poco de pollo – mientras Ana lo veía comer, se puso a soñar, con aquellos ojos pálidos, engañosos pero desnudos ante ella –Te puedo ver – dijo ella con una sonrisa en los labios – ¿y que ves? - le pregunto Javier, Ana, suelta, como siempre cuando estaba con él, respondió – Veo soledad, cuando engañas a los demás también lo haces a ti mismo, el engaño es engaño, tanto mentir, empiezas a creer en tus propias mentiras – en ese momento Javier, que no estaba acostumbrado a la sinceridad de la gente – interrumpió y dijo – tú puedes tenerlo todo, solo no tienes que mesclar las cosas – mientras la miraba fijamente con ese rostro de ángel.
Ana temblorosa replicó - ¿Y qué pasa si alguien quiere más de ti? O ¿si tú quieres más de alguien? – dijo Ana, dolida por la indiferencia de sus primeras palabras – Eso nunca pasa, pero seguro hay alguna por ahí que me odia – dijo Javier orgulloso de sí mismo, Ana al darse cuenta que ese hombre hermoso se sentía importante y poderoso al ser odiado por sus víctimas amorosas sintió lástima por él– No sabe lo que es el amor de verdad - pensó y dijo – yo nunca te odiaré, Javier porque no te dejaré hacerme daño – y él desafiante contesto – Apuesto que puedo hacer que me odies.

La humedad del beso áspero de Javier, la hizo despertar de su estupor, - Ven – dijo Ana, lo abrazo y regalo un beso en la frente peluda de su nuevo compañero – vamos a ver televisión, y juntos se echaron, Ana nuevamente se quedo dormida.

Cuando Ana despertó, vio una luz muy fuerte en el cuarto – Ana - dijo aquel ser, cuya luz era tan fuerte como un rayo, y cuyos rasgos no se podían ver – no sufras más, este no es el final ni el principio, es solo un intervalo, entre la grandeza y la pobreza, no sientas lástima por aquellos que no quieren ver más allá de sus acciones, todos son libres de hacer lo que deseen, nadie puede salvar a nadie que no quiere ser salvo, ya no sufras – luego Ana abrió los ojos y se vio en su dormitorio, era hora de ir a trabajar, el asombro no se perdía mientras se vestía, buscó al gato con los ojos y no lo encontraba – gatito, gatito – dijo Ana, y cuando fue a ver en la cama de Javier, encontró una pluma blanca - ¿Qué paso? – se preguntó, pero la alarma sonó, ya era hora de irse.

Mientras viajaba en el tren, veía las casas pasar velozmente y a las montañas dibujarse en el horizonte detrás de la niebla, sentía que algo cambiaba en su interior, como un perfume cuando cae al piso y lo impregna todo, un sentimiento de libertad inundaba su corazón.

Cuando vio a Javier, los labios de Ana susurraron – para que nada nos separe, nada nos deberá unir, cuídate mucho, te quiero, pero deberás alejarte de mí, si de verdad me quieres como dices, se feliz con tu vida, yo seré feliz con la mía – luego lentamente soltó el rostro de su amado, y se marchó rápidamente – sabía que no me diría nada – se dijo, mientras veía el mundo de otro color, con ojos de gato, con ojos de ángel – seré feliz – murmuró y sintió la libertad palpitar nuevamente en su corazón.

FIN