“Pase una noche a ti pegado como un árbol de vida porque era suave como el peligro, como el peligro de mi vida…”
L. Panero








Entonces todas las aves al mismo tiempo
miraron hacia un cielo azul que parecía despedirse,
moléculas de rojo invadían el espacio y
el sol y la luna tuvieron su eclipse.


Las aves abandonaban el planeta
en cardúmenes gigantes.


Entre una oscuridad completa las estrellas
estáticas, parecían transformarse en agua,
vapores de iridio subían como si alguna fuerza
gravitacional invertida los llamara.


La oscuridad se deslizo sigilosa
escapando entre la condensación.


Los patios del infierno se vaciaron
y en medio de uno de ellos en
una soledad completa; vi llorar a Dios,
sus rodillas tocaban las baldosas frías,
sus manos parecían rezar…


Los patios quedaron vacios
hasta el silencio abandono los sueños.


Entre toda esa inmensa eternidad escuche
la misma voz de todas las noches,
comprendí entonces que los sueños
nunca se van, siempre estuvieron aquí
enredados entre esqueletos de arboles.


La inmensa eternidad despertó
danzando entre cuchillos desesperados.


Esta tarde a mitad del camino mis ojos
perdieron la facultad de mirar fantasmas
plagados de partículas fosforescentes
de otras vidas, el eco me susurraba al oído
que el fuego también ya no estaba aquí…


Esta tarde mi alma paciente espera a la lluvia
para después levantar el vuelo y partir con ella…