Desorientado, el engaño se hace sangre.
La carne magra huele a rosas,
bálsamo soliviantado ultimo en manar.

Me calcino al sol, todo se desflora.
La vida pende de un hilo,
endeble al pulso del hombre.
Inflexible al tiempo pero no a ti.

Abandonas la ufanía en un peñasco;
al éter, a las lagrimas, al barro.
La chispa hara el resto,
al abrasarse a tu ofrenda.

Los elementos excusan mi nostalgia.
Avejento, pero el corazón mancebo,
pugna por perpetuarse a la extinción.

Te sepultas en una lejanía.
Tus bramidos se advierten como suspiros.
El céfiro te desdibuja,
en su ulular por el boscaje prístino.

Ópalo gris, zirconio, esmeralda,
amatista, hierro, oro y plata.
Ostentas el esmalte
con lo armonioso y sórdido
Adoleces un alma incrustada en recuerdos.


Unknown Writer (Noviembre 2009)