Podría mirarte a los ojos
y decirte algunas palabras de amor,
¿pero de qué serviría el cumplido
si el amor es cosa de dos?
Podría fundirme en tus labios
y pasear desnudo por tu piel;
ser dos cuerpos bien distintos,
dos cuerpos pero un solo ser.
Podría formar parte de tu vida
que tanto ansío tener,
pero hace tiempo murió en mi alma
la ilusión, la alegría y el querer.
Quise calmar mi rabia
y el dolor se apoderó de mi.
Cegado de odio estaba
y no me pude reprimir.
Tenía que odiarte a muerte
y machacar con palabras tu piel.
Y en dos años no pude frenar
el acoso de sangre y hiel.
Rehice en parte mi vida:
encontré a otra mujer.
Ella era encantadora
pero nunca la llegué a comprender...

Y esa noche tan clara y serena
apareció tu mirada en el cielo:
una estrella más en el firmamento
y un momento de hielo.
Y aun sigo pensando
como pudiste callar
la voz que te hablaba: tu orgullo,
y te escuchaste de verdad.
¿Cómo pudiste decirme lo que sentías
a pesar de la adversidad?
Nada te parecía importar.
Sólo querías volver a tenerme;
sólo querías volverme a besar.
Y yo, en lo más profundo
de un mar de sentimientos confusos,
cerré mis ojos y me dejé latir,
y oí que esos latidos
pedían un compañero
que en tu pecho se escondía
y por tus venas corría.
Y créeme que jamás comprenderé el por qué...
¿Destino? No sé... no creo en él.
¿Por qué? ¿Por qué un día despertaste y decidiste volver?
¿Por qué? ¿Por qué una noche soñaste con volverme a ver?
Podrías haber conseguido algo mejor,
pero me elegiste a mi...
Y yo no valgo mucho,
tan sólo te puedo ofrecer
amor,
amor
y más amor...
Y hoy podría decirte que te quiero,
pero no lo haré.
Podría decirte que tienes la mirada
más profunda y sincera que me atreveré a ver,
pero no lo haré.
Podría escribirte mil versos diciéndote
que nunca te olvidaré,
pero no lo haré...
Porque ¿acaso hay que decir que es hermosa
la piel que viste a la rosa?
¿Acaso hay que asegurar que una noche de estrellas
es la cosa más bella?
Yo creo que no.
Pero si esto no te convence,
no te preocupes, mi amor,
porque eres más hermosa que esa flor,
tu piel son los pétalos,
tu mirada el aroma y el dolor;
y tu corazón las espinas
que cuanto más se me clavan
más te quiero yo.
Y son tus labios mi cielo,
más si así es,
morir querría ahora
para vivir en ellos,
y abandonar esta condena
que día a día me lleva
a atarme en tu aroma
con “te quieros” como grilletes
y besos como cadenas...
Y en esta tarde de invierno
contemplando el cielo azul
sólo puedo decir, como aquel poeta:
¡¡POESIA ERES TU!!