Tormentas sobre estos suelos que soñamos algún día cubiertos de terciopelo, con aromas a igualdad y justicia (hoy teñidos de sangre y tan llenos de llanto)
tormentas y otra vaguedades que solo se enunciaran por ser parte de ese conglomerado de cosas que llamamos vida: Cosas como el amor, si, el amor a la tv, al protagonismo, al café de las diez, del sexo a las ocho am o pm ¡no importa!
Importa la tormenta, que se posa igual de negra como aquel cuervo sobre el dintel;
La frágil vida se sustenta sobre deseos de aparador convirtiéndola en un experimento más de su cabeza, en celebraciones de oro y sangre, de patriotismo y sumisión (nunca causa y efecto) mas de oferta y de demanda, de Instituciones y desvalidos.
Nos hemos acostumbrado a vivir bajo nubes negras, en las fauces del lobo, con la bota en el cuello, con el cañón en la sien, bailando bajo la lluvia, sorteando las tormentas que azotan esta tierra, la que soñamos algún día cubierta de terciopelo con aroma a igualdad y justicia, hoy tan llena de fosas, teñidas de sangre; tan llenas de llanto de todas las madres.
Tormentas que truenan, que cimbran la casa, que visten de negro, que saben a plomo; truenos que quiebran el alma, que sesgan los sueños de esas otras vaguedades como el sexo a las ocho o a las nueve pm, el café de las diez, el amor a su piel,
un tango de Gardel,
observar la vida
desde el cristal de su mirada.
Tormentas que llenan de nada los espacios donde otrora existió vida, con gotas de una especie de agua calibre 45 |