Hoy en día es complicado todo.
Pero lo más difícil
es ponerse delante del toro
y con dos cojones plantarle cara al cornudo,
el torero en traje de luces,
y el toro al desnudo.
Obligado estás a morir en la arena
como un gladiador, ¡que condena!
Atado, pero sin cadenas,
con esos ojos negros moribundos
que te piden clemencia...
y la gente te aplaude y te corea,
te sacan en hombros, y al toro,
le cortan las dos orejas
si le has hecho una buena faena.
Y esas caras llenas de emoción
cuando el acero le traspasa el corazón...
¡Ponte como él, valiente!
Desnúdate y lucha a sangre y diente,
que si matas al toro con tus propias manos
yo seré el primero que te trate como a un hermano.

Torero cobarde,
ni tu tienes dos “qüevos”, ni tienes “ná”;
eres un psicópata, disfrutas al matar.
Y que sepas torero
que eres la vergüenza del pías:
individuo vestido de payaso
que maltratas y martirizas
hasta la muerte al animal.
¡Que se cambien las tornas!
Que se cambien y sea él
quien te vaya a torear...
¡Que esa sea tu condena!
Torero, ya no das asco
ahora das pena.